Síguenos
2020. LA VAQUILLA QUE NO FUE. Ana Gil Balfagón, primera mujer que puso el pañuelo al Torico: 2020. LA VAQUILLA QUE NO FUE. Ana Gil Balfagón, primera mujer que puso el pañuelo al Torico:
Ana Gil Balfagón posa en el Monumento a la Vaquilla, situado entre los dos viaductos de la capital turolense

2020. LA VAQUILLA QUE NO FUE. Ana Gil Balfagón, primera mujer que puso el pañuelo al Torico: "El sábado de Vaquilla tiene un significado especial para mí"

"Da rabia que se suspenda la fiesta, pero ya la celebraremos en 2021 multiplicada por dos"
banner click 244 banner 244

Se le nublan los ojos por la emoción que siente al hablar del sábado, 11 de julio. Fue en esa fecha cuando, en el año 1992 y con solo 14 años, Ana Gil Balfagón se convirtió en la primera mujer que ponía el pañuelo al Torico. En otra fecha idéntica pero del año 2015 nacía Juan, su segundo hijo, después de que su madre, ya con contracciones, presenciara el acto de inicio de la Vaquilla. Y hoy, 11 de julio de 2020, la familia, en este caso como el resto de los turolenses, vivirá otra jornada especial, la no Vaquilla del coronavirus.
Ana Gil guarda emocionantes recuerdos del día en que puso el pañuelo, por supuesto, aunque entonces no pensó en lo que significaba ser la primera mujer que lo hacía. Desde entonces, solo otras cinco féminas han protagonizado el acto más emblemático de la fiesta: Isabel Cebollada en 1996, Soraya Cerrada en 2000, Mamen Lucia en 2005, Rocío Féliz de Vargas en 2007 y Raquel Játiva -con Joaquín Guillén- en 2009.
-¿Era consciente cuando puso el pañuelo al Torico en 1992 de que era una pionera por ser mujer?
-No, me di cuenta con los años, sobre todo cuando me hacían entrevistas y veía que era un hecho que llamaba la atención. Entonces sentí el orgullo de haber sido elegida para poner el pañuelo, pero no por ser mujer.
-Desde entonces, sin embargo, pocas se han animado a emularla...
-Sí, y no sé muy bien por qué, porque se prepara bien y no hay problema para subir. Es una pena que siga habiendo ese desequilibrio.
-¿Cómo surgió la idea de que protagonizara usted ese acto? ¿Fue iniciativa suya?
-No. Ese año al que designaron para que lo pusiera fue a mi padre -Manolo Gil-, como socio fundador de la peña El Chasco, y él delegó en mí. El Chasco siempre se había caracterizado por introducir novedades, pequeñas pinceladas de modernidad, y elegir a una mujer rompía con todo lo que había sido hasta entonces la puesta del pañuelo.
-En estos 27 años, la fiesta ha evolucionado. ¿Ha sido para bien o para mal?
-Ha cambiado, sí. Antes era más acogedora porque había menos gente. Con el tiempo se ha masificado, como todas las fiestas, porque la gente se desplaza, hay más movilidad.
-Su padre fue Vaquillero del Año, presidente de Interpeñas y de El Chasco. Su madre, Teresa Balfagón, también ha estado en la directiva de la peña, así que la suya es una estirpe vaquillera. Aunque viven en Zaragoza, ¿espera que sus hijos le den continuidad?
-Confío en que sí, porque me esfuerzo en intentarlo. No se han perdido ninguna Vaquilla. A Irene -su hija, que en diciembre cumplirá 7 años- le encanta. A los dos les gusta bailar, seguir la charanga y espero seguir inculcándoles esa pasión.
-¿Ha pensado en la posibilidad de que su hija la emule y ponga el pañuelo en su momento?
-No se me ha ocurrido, pero sería bonito, sí.
-También podría hacerlo su hijo, que  prescisamente nació el sábado de Vaquilla de 2015, ¿no?
-Sí, se adelantó y nació tras la puesta del pañuelo. Yo salía de cuentas el 18 de julio y vine el viernes de Vaquilla a recoger a mi hija para que mis padres estuviesen a su marcha durante las fiestas. Llevaba fatal perderme la Vaquilla, pero participar a una semana de salir de cuentas me parecía arriesgado. Pero el sábado por la mañana empezaron las contracciones. Pude ver la puesta del pañuelico y unas horas después nació mi hijo. Es curioso que coincidan las fechas, 11 de julio y sábado de Vaquilla, cuando puse el pañuelo, cuando nació mi hijo y ahora en este año tan atípico.
-¿Qué pensó cuando supo que se suspendía la Vaquilla por el Covid-19?
-Cuando leía las noticias, cómo iba evolucionando la pandemia del coronavirus, ya intuía que iba a suspender la fiesta. Cuando me enteré fue una confirmación de lo que ya suponía, porque además tenía que ser así, no puede ser de otra manera.
-Además usted es veterinaria. ¿Considera que la medida de no celebrar la fiesta es adecuada?
-Sí. A mí ya me tocó vivir como profesional la gripe aviar y las encefalopatías espongiformes -el mal de las vacas locas-, y entiendo que es necesario tomar este tipo de medidas cuando estamos ante una pandemia. Suspender la Vaquilla, como se ha hecho con otras fiestas para evitar aglomeraciones, es algo que había que hacer. Da rabia, pero ya celebraremos la Vaquilla de 2021 multiplicada por dos.
-La crisis sanitaria del coronavirus ha abierto una vez más el debate sobre la producción masiva de animales para el consumo humano y su influencia en la aparición de zoonosis, enfermedades que se transmiten de animales a personas, como el Covid-19 o el SARS-CoV. ¿Qué opina como veterinaria?
-Es un problema complejo. Para poder alimentar a la población tiene que haber grandes explotaciones, con muchos animales en poco espacio y personas trabajando ahí mano a mano. Pero eso es inevitable para poder producir carne a un precio que la haga accesible a todo el mundo. Para que haya un control existe una normativa de bienestar animal que se cumple. A todos nos gustaría que los animales estuvieran sueltos en el campo, pero eso tiene un precio.