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Elena Gómez

Cuando un colectivo desfavorecido decide establecer una estrategia para hacer efectivos los derechos que le amparan, se habla de un tema tan manido que a veces no se llega a entender en su plenitud. Se trata de la visibilidad necesaria para la consecución de los objetivos de igualdad y libertad.

Necesitamos mostrar nuestra realidad para ocupar el lugar que nos corresponde en la sociedad. No se trata solo de dar a conocer los problemas y trabas con las que nos encontramos en nuestro día a día, con el propósito de despertar sentimientos de solidaridad y empatía en los demás. La cuestión va mucho más allá.

Conseguir visibilidad en los medios de comunicación, en la cultura, en el arte y en la misma calle, es indispensable para dar cuerpo a nuestra existencia, en definitiva para ser considerados parte del entramado social. Es fundamental normalizar nuestra imagen, que no se nos considere algo poco común y que, en consecuencia, no existe.

El ejemplo claro lo tenemos en las últimas décadas con el colectivo LGTBI. La homosexualidad ha pasado a ser parte de la cotidianeidad gracias a su inclusión en películas, libros, series de televisión, etc. De esta forma, todos hemos pasado de comprender y respetar, a simplemente aceptar. Hasta tal punto, que la mayoría de las personas hemos dejado de interesarnos por el tipo de relaciones que tiene cada cual. Y, a pesar de ello, todavía tienen mucho que recorrer para ser aceptados por completo.

En el caso de las personas con discapacidad, esta visibilidad dista mucho de ser completa. Para la inmensa mayoría somos algo puntual y exótico. Tenemos derechos y podemos hacerlos valer, pero casi siempre tenemos que explicarlo. 

Hasta que no seamos vistos como ciudadanos reales, con toda la carga que esto conlleva, no seremos capaces de atravesar esos muros sociales contra los que chocamos constantemente. Y esto ocurre en todos los ámbitos de la vida: barreras arquitectónicas, relaciones afectivas y sexuales, acceso a la educación y al mundo laboral, derecho al ocio y la cultura…

Por eso esta columna es tan importante para mí. Es mi granito de arena para que los lectores de este pequeño rincón tomen conciencia mi existencia y la de muchos como yo.