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Cuestiones de familia Cuestiones de familia

Cuestiones de familia

El Espejo de Tinta, por Maite Joven

Por Maite Joven

Desde el principio intuyó que el día no podía terminar bien. Pero se equivocó. 

Había estado planificando este evento durante semanas, y, en el fondo de su ser, sabía que lo hacía más por su madre que por ella. Demasiados años con la misma cantinela:

Hija, algún día tendrás que enfrentarte a la realidad. No puedes evitar los problemas todo el tiempo. 

Pero es que yo no tengo ningún problema. Bueno sí. El problema es su presencia, así que no la veo y fin del problema. Es muy sencillo.

Llevaba desde los 26 años evitando encontrarse con la hermana de su madre y, a sus 43, aunque se le había ablandado el corazón, no olvidaba, ni tampoco quería. 

Era verano y después de haber pasado doce temporadas en Ibiza regentando un chiringuito de playa, no había vuelto ningún agosto al pueblo que la vio nacer y donde pasó la infancia más bonita que una niña podría tener. 

La última vez que pisó su casa fue en el mes de diciembre de hacía 3 años cuando por fin, pudo cerrar el chiringuito.

Al verla llegar junto a un británico colorado con un jersey de ciervos rojos, sus padres pensaron que su hija había perdido la cabeza. Siempre tuvo claro lo que quería en la vida: seguir sus convicciones, no dejarse manipular por nadie y no tener nunca un novio guiri de esos que beben cerveza hasta en el desayuno y que se queman como los cangrejos.

Os quedaréis a comer, ¿no?

Pilar, la madre de Diana no entendía ni papa de inglés y Paul, como era de esperar, tampoco de español, así que la hija rebelde que un día quiso ser hippie, se pasó el comienzo de la comida traduciendo y corrigiendo a madre y guiri.

 ¿Sabes que los tíos no están? Por lo visto no les funciona la calefacción. – dijo su padre 

¿Alguien ha preguntado por ellos? – respondió Diana 

Te lo digo para tu información y para que puedas estar tranquila.

Estoy tranquila papá, estén o no estén aquí, quizá la que no debería estar tranquila es ella.

Bueno hija, ha pasado mucho tiempo y al fin y al cabo es tu familia.

¿Familia? La familia no te critica delante de otros, ni te envidia. ¡Ah, no! En esta familia sí. Somos así de raros. 

Me cae mal esa palabra. Y me cae mal ella. La familia a veces creo que es la peor herencia que una puede tener. 

Yo creo que en el fondo se siente mal.

Pero, ¿alguien ha pensado en cómo me siento yo? ¿Qué pasa conmigo? ¿Hola?  No me interesa en absoluto como se sienta ella.

¿Queréis más conejo? Está buenísimo, ¿verdad? - zanjó Pilar ante la deriva de la conversación.

Paul permanecía cauto y sonreía de vez en cuando al percatarse cómo Pilar le miraba de reojo. 

En esta familia somos un poco diferents, pero no te preocupes. Nunca llegamos a las manos.

¡Mamá!

¿Qué?  ¡A ver si lo vamos a espantar! Por cierto, menos mal que decías que no traía hambre. Como se nota que te has vuelto herbívora desde que eres medio hippie.

Paul, ¿quieres que te fría un huevo? ¿Cómo se dice huevo en inglés?

Egg mamá…

Paul ¿quieres un ef? 

Sorry?

Hija dile que no tenemos sodys

Mamá que no quiere nada. Paul siempre come como un pajarillo y lo vas a reventar. 

Bueno, ¿y hasta cuando tenéis pensado quedaros?  ¿Vuelves a trabajar pronto?, preguntó interesado Agustín mientras abría otra botella de garnacha.

Pues de eso precisamente quería hablaros. Estoy harta de playas, sol y de la vida que llevo. Busco calma y frio, así que he pensado mirar algo por aquí. No sé. Quizá comprar una casa y hacerla de turismo rural. 

¿Vivir aquí? ¡Por favor, pero que te han hecho en esa isla! Si renegabas del mundo rural. Decías que olía fatal y que no vivirías aquí ni muerta. 

Bueno, la gente cambiamos y lo que antes era impensable en mi vida, ahora tiene sentido. Supongo que también cambian las prioridades y el orden de las cosas. Además, me apetece teneros más cerca. Os vais haciendo mayores, la distancia… Todo. Los años me están enterneciendo parece ser…

¿Y los chascarrillos? Ya sabes lo que la gente habla.  Hagas lo que hagas, te criticaran ¿Por qué no miras en otra zona? 

Pero aquí ya me conocen. Tengo mucho adelantado.

Por eso mismo, porque te conocen. A ver Diana, intento advertirte de que la gente en los pueblos es muy suya y apoyan más a gente desconocida que a sus propios vecinos. Conozco este sitio y lo mejor para mantener algo de calma es ver, oír y callar. ¡Y en un negocio! Tienes que tener mucha mano izquierda y tu hija, perdona que te diga, pero el tacto y el control de impulsos...

Mucho jijiji y luego ¡zasca!, te dan la patada sin venir a cuento. –aventuró Pilar

Bueno, pero eso pasa en todos los sitios. También en Ibiza la gente te decepciona. Al final todo el mundo va a lo suyo. Y yo en realidad necesito gente que busque camas cómodas, silencio y deliciosos desayunos.

¿Y qué tienes pensado?

He visto que se vende la casa de la plaza antigua. Enfrente a la de la tía Marcela. Tiene mucho sol, está bien orientada y unas vistas preciosas. Además, no es muy grande ni muy pequeña, y el corral tiene muchas posibilidades. Es perfecta ¿Qué opinas mamá?

Opino que estoy emocionada de tenerte cerca. Que voy a llorar. Y que tu amigo el cervatillo o se espabila o se lo comerán los lobos. 

El día había amanecido despejado y con un sol de primavera que hacía soñar a cualquiera. Paul seguía durmiendo y mientras lo observaba, pensaba en lo feliz que era su madre y en lo feliz que se encontraba ella misma.  El día era especial. Había conseguido reunir a primos que sus padres no veían desde hacía más de veinte años. 

En realidad, creo que no se reunía tanta familia desde el siglo pasado, pero la ocasión lo merecía. Cincuenta años de matrimonio no se celebran todos los días. 

Nunca había visto a sus padres llorar tanto, reír tanto, bailar tanto y disfrutar tanto.

Tras la resaca oportuna y el reposo de los días, a la hora de comer sonó el teléfono. Era la tía Carmen.

Hola Diana. Quería darte la enhorabuena por lo bien que salió todo. Lo pasamos como hacía tiempo y salió un día perfecto. Con tanta gente, ya no te pude decir nada…Pero gracias. Qué suerte tienen tus padres contigo. 

Solo quería que lo supieras.

No le dio apenas tiempo a suspirar pues colgó inmediatamente. 

La sorpresa de su cara se transformó en alegría y aunque, por momentos tuvo ganas de llorar, se contuvo. 

Mamá, ¿sabes qué creo? Que he tenido siempre la felicidad en mis narices y andaba buscándola fuera. Creo que he agotado todas las combinaciones posibles para ser otro ser. 

Bienvenida a casa cariño. Este siempre ha sido y será tu hogar. 

Gracias cariño-  se hizo un largo y bonito silencio.  

Oye mamá, ¿qué opinas del perdón?