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Juan Francisco Jiménez, catedrático de Historia y experto en videojuegos: Un niño conoce Santa Sofía porque ha trepado por ella en Assassins Creed Juan Francisco Jiménez, catedrático de Historia y experto en videojuegos: Un niño conoce Santa Sofía porque ha trepado por ella en Assassins Creed
Juan Francisco Jiménez

Juan Francisco Jiménez, catedrático de Historia y experto en videojuegos: Un niño conoce Santa Sofía porque ha trepado por ella en Assassins Creed

El experto ha participado en el Curso de Historia Medieval de Albarracín
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Juan Francisco Jiménez Alcázar es catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Murcia y especialista en videojuegos de corte histórico. Ayer abrió el XXIII Curso de Historia y Cultural Medieval de Albarracín con una conferencia online acerca de la visión de lo medieval que se hace desde una de las expresiones culturales que dominarán durante los próximos años. 
-¿En general cómo trata la industria del videojuego a la Historia en sus producciones? ¿Es veraz o prima el espectáculo?
-Es tan grande la bondad del medio y los gustos del consumidor que el abanico es infinito. El desarrollador puede elegir satisfacer cualquier tipo de demanda, y el videojugador tiene miles de títulos donde elegir, y la posibilidad, a través de los MOD, de cambiarlos a su gusto. El resultado es que hay experiencias de todo tipo. El videojuego permite una interacción absoluta y por eso tiene tanto éxito. Eso significa que un videojuego histórico nunca será totalmente fiel a la realidad, porque el jugador tiene la última palabra para elegir sus acciones. Y el desarrollador tiene que permitirse licencias en pro de la jugabilidad; si tripulas un submarino de la Segunda Guerra Mundial puedes acelerar el tiempo para no pegarte tres días hasta que llegas al puerto. Eso no es histórico, pero no es necesario que lo sea, porque el videojuego no es un documental, es un producto pensado para el ocio. Y aún así la experiencia inmersiva en la historia que puede ofrecer es abrumadora. Un niño de 14 años que haya jugado a Assassins Creed sabe cómo es Santa Sofía de Estambul porque, gracias al juego, ha trepado por ella.
-Por eso mismo la industria tiene mucha responsabilidad a la hora de construir el imaginario popular de la historia entre su público. ¿Estará a la altura?
-Puede estarlo si quiere. Un productor de cine está sujeto a lo que puede conseguir, pero un desarrollador de videojuego puede construir un edificio, una vestimenta, un tanque, o cien tanques desde cero y exactamente igual al auténtico. Solo es necesario documentarse y trabajar. Otra cosa es que el desarrollador detecte que el público tiene cierta idea preconcebida, normalmente gracias al cine, y quiera perpetuarla para que el juego no le rechine. Pero hay auténticas obras maestras de la ambientación. Los desarrolladores de Kingdom Came Deliverance, ambientado en Bohemia, fueron a Chequia y realizó una reconstrucción de escenarios reales de época absolutamente increíbles. 
-Pero algunas visiones de la Historia que dan los videojuegos son muy falaces...
-Claro, pero los jugadores no somos tontos. Un día un colega me decía que al final los chavales que juegan videojuegos van a pensar que en la Edad Media existían los orcos. Yo creo que efectivamente existen, pero están dando clases en la Universidad. 
-La interacción que caracteriza a los videojuegos... ¿juega a favor o en contra de su valor didáctico? Porque al final se juega para cambiar la historia...
-Eso es lo más importante del vídeojuego, que no es un producto pasivo, sino que te obliga a implicarte. Y jugar con la historia es divertidísimo, y no hace daño porque el jugador es consciente de que lo que juega no es la historia sino su propia partida. Pero en el camino uno puede adquirir infinidad de conocimientos sobre ambientaciones y diferentes épocas, exactamente como sucede con el cine o la novela histórica, pero con más intensidad porque el jugador está inmerso como personaje. 
-Si uno invierte dos horas al día viendo cine puede pasar por un intelectual, pero si juegas videojuegos le tacharán de friki en el mejor de los casos...
-Afortunadamente yo no tengo nada que demostrar porque soy catedrático de Historia y todo el mundo me presupone cierta inteligencia (risas). Es cierto, el videojuego sigue sufriendo el prejuicio de la cosa de niños, del jueguecito futil... Pero es una creación artística y cultural de primer nivel, y antes o después lo tendrán que admitir incluso los más resistentes. Piensa que el jazz ahora es una cosa como muy snob, y cuando surgió era una música popular propia de los bajos fondos... Los chavales de quince años que ahora juegan en el futuro lo utilizarán como una gran herramienta. Y su potencia es increíble... piensa en lo que van a disfrutar los profesores de Historia del Arte y la que se les viene encima con la Realidad Virtual. Pronto podrás estar dentro de cualquier edificio en cualquier momento histórico, y esa experiencia, unido al poder de implicación que tiene el videojuego, porque te posibilita ser un protagonista de la historia, es inédita, porque el cine o la literatura no te la puede proporcionar. 
-Hábleme de historiayvideojuegos.com...
-Es la segunda parte de un proyecto que comenzamos para hacer un análisis del impacto de los videojuegos desde múltiples ámbitos, como la historia, la comunicación, la lengua... Es un proyecto financiado por el Ministerio de Cultura, del que salieron nueve monografías que pueden descargarse libremente, y que tendrá continuidad en el futuro. 
-Los primeros CIV de Sid Meyer’s se jugaban en diez minutitos, pero para la alta estrategia actual se necesitan varias titulaciones superiores. Deme una recomendación para jugadores habituales, y otra para un novato total...
-Para el habitual hay muchos, la saga de Total War es espléndida, Crusader Kings III es muy diferente a lo habitual o Kingdom Came Deliverance, que reúne combate y estrategia, se aparta de lo políticamente correcto y visualmente es espectacular y muy verosimil. Y para el novato total recomiendo Age of Empires II, que pese a que salió en 1999 sigue siendo uno de los más jugados y de los más divertidos. Y te pones a jugar en un suspiro.