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Alba Mozas expone Febrero en el contexto del Festival PhotoEspaña Alba Mozas expone Febrero en el contexto del Festival PhotoEspaña
Febrero, de Alba Mozas, reflexiona sobre conceptos como el dolor, la pérdida, la ruina y los espacios abandonados. Alba Mozas

Alba Mozas expone Febrero en el contexto del Festival PhotoEspaña

La turolense participa en una colectiva que podrá verse en el Centro de Arte de Alcobendas
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“Hay pérdidas que nos rompen como si fuéramos ruinas y dejan recuerdos que con el tiempo son abandonados y olvidados”. Con esta frase que hace referencia a uno de sus motores artísticos, la turolense Alba Mozas arranca el proyecto fotográfico Febrero, todavía en proceso de creación pero que participará en la exposición Encuentros en tiempo presente, que organiza el Festival PhotoEspaña en el Centro de Arte de Alcobendas. La muestra del festival, uno de los más importantes que se celebran en nuestro país, podrá verse desde el próximo 23 de septiembre al 24 de octubre, y en ella participarán unos 20 jóvenes fotógrafos, entre ellos Alba Mozas, que han participado en la última edición del Máster de Fotografía de PhotoEspaña. 
El trabajo de Mozas, que expondrá cuatro de las fotografías de Febrero en Alcobendas, mantiene su línea de exploración del cuerpo humano como metáfora de refugio último, y también como reflejo de las cicatrices contenidas en el alma a través del dolor y la pérdida, que van degradando ese cuerpo hasta convertirlo en ruinas. 
Febrero combina esos dos elementos, cuerpo y ruinas, en una serie de desnudos femeninos encuadrados en parajes que sugieren ese abandono, entroncando con un elemento reivindicativo sobre la España vaciada que trata de ir más allá de la mera ausencia de infraestructuras, y que trata de tocar aspectos más psicológicos. 
Tres de las cuatro fotografías están tomadas en los alrededores de Teruel ciudad. “Buscaba espacios abandonados o que sugiriesen abandono; ruinas o espacios naturales en los que predominara la naturaleza, tratando de capturarla en momentos insólitos y efímeros, que tienen lugar durante un breve espacio de tiempo, quizá unos días, y después desaparecen”. 
Así, el cuerpo humano interactúa en las imágenes con elementos naturales como frutales en flor, follaje o un trigal antes de la cosecha, parajes que sugieren el entorno rural y hasta cierto punto punto agreste. Como contrapunto, la cuarta fotografía está realizada en Madrid, en un punto habitual de paso para Alba Mozas, afincada en la capital de España mientras cursaba el Master, donde se aprecian unas planchas de hormigón apiladas en desorden.
Cada fotografía es en sí un acto performático “que no es más que la experiencia vivida durante el desarrollo de las mismas, creando vínculos y conexiones; todos hemos perdido un lugar, una persona, y nos hemos sentido en ruinas intentando reconstruirnos”, explica la fotógrafa. “Quizá por eso el abandono, la pérdida y la ausencia alimentan mi búsqueda creativa, desarrollada a través del desnudo”. 
En ese sentido Alba Mozas ha transformado parte de su forma de trabajo en lo que no es un mero cambio técnico. Hasta ahora Alba Mozas había trabajado fundamentalmente con el autorretrato, en proyectos como Ardilla, The Posses of the Soul o Ella, “durante el último año me he lanzado a colaborar con modelos”, explica Mozas. La fotógrafa utiliza la palabra colaborar porque entiende el acto de fotografíar como un proceso colaborativo que comienza mucho antes de mirar a través del objetivo, y en el que la representación a través de los modelos –ella misma suele aparecer en alguna de las imágenes dentro del grupo de persona– es uno de los elementos característicos de la obra. “Realizar fotografía de desnudo con varias personas es un reto, sobre todo cuando, como es el caso, no son modelos profesionales ni tienen experiencia”, explica la turolense. “Yo trabajo con bocetos para que las modelos se sitúen, aunque siempre intentas explicar lo mejor posible la idea que llevas en la cabeza. Pero una cosa que me tranquiliza es que debo de transmitir mucha paz, y a pesar de posar desnuda por primera vez, nadie se sitió mal”. 
De algún modo tanto para Alba Mozas como para las modelos que posan en las imágenes le fotografía es algo así como un rito de redención, o más bien de depuración. La fotógrafa intercambia heridas y cicatrices que la pérdida y el dolor provocan por paisajes que antropiza a través de la reflexión y la creación artística. Y hay una motivación más, que es la reivindicación. 
No solo por hablar de vacíos y de abandonos a través de paisajes en su mayor parte rurales, extraídos de la España vaciada, sino porque “a mi pesar”, Alba Mozas considera que el desnudo femenino todavía en un género de provocación, de protesta. “Mientras me han llenado de etiquetas yo he estado llenándome de imágenes. Porque yo soy más que mi género, mi orientación sexual, mis creencias o mi ideología”, escribe Alba Mozas sobre Febrero. “Aquí solo somos cuerpos soportando las ruinas y la naturaleza muerta”.