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‘Okupar’ La Moraleja ‘Okupar’ La Moraleja

‘Okupar’ La Moraleja

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Javier Silvestre

“Nosotros, los vecinos de La Moraleja, no nos mezclamos con los de Alcobendas. Allí son todo pisos y nosotros vivimos en chalets…” La que le ha caído a esta señora por decir algo obvio: que ella vive en una urbanización privada con casas unifamiliares donde pasea sin cruzarse con nadie, mientras al otro lado de la autovía a Burgos (A-1) viven miles de personas apiñadas en bloques de pisos en la típica ciudad dormitorio aledaña a Madrid. 

La Moraleja pasó de ser una dehesa patrimonio real de Carlos III (siglo XVIII) a un conjunto residencial privado en 1945. Fue el padre de Ana García Obregón el que convirtió esta zona verde perteneciente al municipio de Alcobendas en lo que es hoy en día: una urbanización de lujo donde han vivido (y viven) famosos, empresarios y artistas. 

El año pasado, Hacienda publicaba datos estadísticos que convertían a La Moraleja en el barrio más rico de España, con una renta media de 113.642 euros por habitante. Para hacernos una idea, en segunda posición nacional está Vallvidrera (Barcelona) con una renta de sólo 65.700 euros. Los datos son aún más impactantes si los comparamos con los del barrio más pobre de Alcobendas, Valdelasfuentes, donde la renta es un 350% más baja y se sitúa 25.414 euros (más de 2.000 euros al mes por persona).

Como se puede apreciar, la diferencia entre barrios dentro del mismo municipio es abismal. Y también lo es en cuanto a la incidencia del coronavirus: las dos zonas que mañana se confinarán en Alcobendas triplican los contagios frente a los de sus vecinos millonarios. Así que, es evidente que este virus es “clasista” y sólo golpea a los pobres. O eso nos cuentan.

Bajemos a Madrid ciudad, con una renta media de 29.400 euros por habitante (2.500 euros al mes). El barrio de Salamanca es la joya de la corona con más de 90.000 euros de renta mientras que en Villaverde, Palomeras o Usera, la renta media no llega a los 20.000 euros (1.670 euros al mes). Sin embargo, aquí la incidencia del Covid-19 es más ajustada, con el doble de casos entre los barrios pobres y los ricos.

Más allá del dinero, el virus tiene más complicado cebarse con La Moraleja porque es una burbuja aislada donde sólo viven 1.600 personas en un espacio ocho veces más grande que el centro de Madrid. Mientras que en el barrio de Salamanca, por muy forrado que esté uno, se vive en mitad de una ciudad con una de las densidades de población más altas de Europa. 

Algunos están empeñados en convertir el confinamiento de 37 zonas de Madrid en una guerra de clases. Demonizan al rico y victimizan al pobre, haciendo un flaco favor a ambos. Siguen intentando dibujar una España de dos bandos enfrentados con un único interés: obtener un rédito político. Y si bien es cierto que la gestión de la pandemia en Madrid es vergonzosa, igual de obsceno es asegurar que las medidas que se han tomado son “una segregación de clases”. 

La verdadera pandemia que tenemos en Madrid (y en España en general) son los políticos. Gobernantes de todas las administraciones que, pese a las advertencias, no han contratado rastreadores; que han abandonado a su suerte a muchos ciudadanos; que nos enviaban a trabajar en trenes llenos de gente; que tienen comités de expertos imaginarios y que siguen sin darse cuenta que hay que blindar la sanidad pública... Tampoco olvidemos a los ricos y pobres que se han pasado por el forro el confinamiento y han antepuesto el ocio a la salud. También ellos son parte del problema.

Ojalá la solución fuese tan fácil como okupar La Moraleja.