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El mundo, por Montero El mundo, por Montero

El mundo, por Montero

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Raquel Fuertes

De qué estamos discutiendo?”, así acaba la nueva entrevista de Irene Montero en una revista femenina de moda de las caras. Obvié la entrevista en Diez Minutos para no convertir esta columna en una sección de Irene Montero, pero la actividad en medios de la ministra se impone y aquí estamos.

De la ministra me gusta la espontaneidad. Reconoce que discute con su pareja por puro agobio (trabajando, con tres niños de menos de tres años y con la asquerosa presión del escrache constante, no me extraña) o que ha decidido no ser más condescendiente con las cosas de los críos (dejándoles salirse con la suya, vaya). Produce cierta ternura que se acrecienta al dejar patentes sus inseguridades: no sé si por la periodista o por su insistencia, se recrea la información en sus buenas notas, que era la lista de la clase, vuelve a salir a la palestra esa beca en Harvard a la que nunca accedió por su activa su militancia en el movimiento 15-M…

No debe ser fácil ser ministra a los treinta y con un currículum que, por fuerza, no puede ser excelso y, por eso, se agarra al expediente académico de una carrera que no ejerció, mostrando con su fortaleza cuál es su debilidad: la falta de recorrido. 

Al margen de los momentos progres alrededor de la lactancia (dichosa ella que ha podido amamantar durante más de un año a su hija), el resto de la entrevista revela a un personaje que va dejando el halo reivindicativo y lo cambia por un velo burgués que intenta paliar con vocabulario militante (“El acceso a la belleza es un derecho”). Todo ilustrado con unas fotos (que para mí las quisiera, ya no hay vestido de 15,99) que halagan su vanidad, pero quedan muy lejos de representar la imagen y el ideario que su partido y su ministerio parece que deberían querer proyectar. 

Por si fuera poco, mata el morbo alrededor de su relación con el vicepresidente, se ríe de las supuestas infidelidades, no hace sangre del caso Dina y se declara “conservadora” en las relaciones de pareja. Bajonazo. Sinceramente, no entiendo cuál es el objetivo del Gobierno o de su partido con esta sobreexposición mediática. Lo cierto es que, lo quieras o no, todos acabaremos sabiendo cómo es el mundo, por Montero.