Síguenos
Jaume Funes, psicólogo, educador y periodista: “Los adultos construimos problemas en lugar de acercarnos al mundo adolescente” Jaume Funes, psicólogo, educador y periodista: “Los adultos construimos problemas en lugar de acercarnos al mundo adolescente”
Jaume Funes presentó su libro con FAIM en Zaragoza . Carlos Gurpegui

Jaume Funes, psicólogo, educador y periodista: “Los adultos construimos problemas en lugar de acercarnos al mundo adolescente”

‘Quiéreme… pero necesito que me cuentes más’ es el último libro del bilbilitano
banner click 244 banner 244

Quiéreme… pero necesito que me cuentes más (Ediciones Destino) es el nuevo libro de Jaume Funes o, como reza en el subtítulo, cómo educar para dar besos y abrazos, pasar de las drogas y ser persona en un mundo digital. Toda una declaración de intenciones que establece continuación de propósitos de su anterior volumen, Quiéreme cuando menos me lo merezca... porque es cuando más lo necesito.

- Tanto Platón como Aristóteles reflexionaron sobre la naturaleza de la juventud. Usted tampoco para de hacerlo.

- De hecho es un libro que dije que no escribiría y he acabado escribiendo. ¿En qué avanza? En cómo demonios se educa al lado de los adolescentes. En el diálogo con ellos y con los que están con ellos aparecen los retos o las dificultades de siempre, pero en un mundo diferente. Un adolescente no deja de ser una persona que quiere enamorarse, o que descubre la sexualidad, o que quiere arriesgarse, o que quiere descubrir la felicidad, y eso se da en un mundo que ha cambiado.

- Felicidad en su vida cotidiana y para lo que le preocupa.

- Para un servidor que viene de la época del Interviú y las señoras desnudas, para hacer educación sexual tiene que plantearse si vale la pena dar besos cuando han visto porno en la Red, y hay que pensar cómo educamos en ese mundo. O el eterno problema de la gestión del alcohol, la eterna búsqueda de si el alcohol ayuda a ser feliz o no. Hay que educarlos en un mundo en el que le van a vender que sí, donde la cerveza es el paradigma de lo feliz. Es un libro que aplico a los problemas de siempre una versión nueva, la versión pantalla, versión online o instagram, retos y complejidades que los padres y madres tienen hoy porque no han vivido ese mundo que protagonizan sus adolescentes.

- Su propia voz como autor delata un compromiso épico y poético con el menor.

- Probablemente soy un eterno adolescente que no ha madurado. Llevo desde el año 73 del siglo pasado con adolescentes, ya tengo 73 y siempre he estado no solo con ellos. De la adolescencia me ha atraído esa necesidad de explicar el mundo con una cierta clave emocional, de descubrirlo de una manera no tan torcida como los adultos le ponemos. Y esa especie de poesía vital. Yo diría que es esa esencia del adolescente que todavía no está contaminada. Todavía no tiene por qué pensar que el mundo es bueno, porque el siente que el mundo es una mierda y que las cosas son así. Eso me ha mantenido, como un buen amigo me decía, que ‘el Funes es un poeta social’. En general, en todo lo que escribo intento tener un tono poético en ese sentido, no rosa, sino en poner colores a una vida que, por supuesto, también tiene el color negro, puesto que también tiene el malestar y la dificultad. La vida adolescente pone una paleta mucho más multicolor que la vida de un adulto, que la acaba simplificando en el blanco, el negro y el gris. 

- Un mundo adulto la mayoría de las veces ausente cuando se le necesita, ya perdonarán, con lo responsable que es de muchas cosas.

- Siempre ha existido esa distancia entre adolescentes y adultos, lo que clásicamente se conocía como ruptura generacional. En el momento actual creo que existen dos distancias. Por un lado, los adultos no siempre tenemos ganas de acercarnos a un mundo que tiene muchas más variables que antes, cuesta más, hay que pensar en más cosas para estar cerca. Antes, con cuatro cinco explicaciones de la vida podías acercarte. Ahora, hay muchas más. Y por otro lado hay un tema, que no sé si es eterno o actual. En general, las sociedades adultas tienden a cavar fosos entre ambos mundos, es decir, se acojonan cuando hay un cambio y enseguida construyen un problema. Y toda novedad, en el mundo actual, vivida intensamente por el adolescente acaba siendo un problema construido por un adulto. Los adultos tendemos a construir problemas en lugar de acercarnos al mundo adolescente. Yo diría que hay más problema adulto con el mundo adolescente que en otros momentos.

- Un mundo adolescente entusiasta en valores y sueños. ¿Cuáles son los activos de los llamados centennials?

- Cada época tiene sus valores, pero si singularizas los actuales tienen una virtud que es que pueden tener una inmensa cantidad de información, y tienen la posibilidad de ver un mundo que no era el mundo cerrado o etiquetado de los anteriores. Por lo tanto, no están tan condicionados por el terruño vital del cual provienen, por lo que tienen esa capacidad de no dejarse sorprender por nada, porque todo para ellos no es que sea nuevo, es que el mundo, para ellos por definición, es así. Por eso se sitúan en el mundo con más apertura de miras.   

- Más abiertos, flexibles, no sé si tolerantes, en claro ‘carpe diem’.

- Sí, son personajes muy poco condicionados por el futuro. No sé si es una virtud o defecto. Si los condicionara ese futuro negro todavía sería peor. No es que vivan al día, pero sí disfrutan más de la filosofía del día a día y de su felicidad. Además, mayoritariamente son más sociales, en la medida que están con más interacciones, no se reduce todo solo al grupo con el que sale, etc. La propia realidad de las redes les ha permitido vivir relacionados de otras maneras. Todas estas virtudes podrían convertirse en defectos si lo mira un adulto, pero pensemos en serio que hoy, cuando educamos como siempre pero de otra manera, hay que tener en cuenta ese mundo en el cual están.

- Adolescencia en plena era de ciberconvivencia, también con sus cuestiones.

- Con la convivencia siempre hemos tenido el mismo problema: cómo les ayudas a comprender el daño que generan a otros con su conducta. Un daño que si se produce en la relación presencial es visible, pero que cuando se produce en lo virtual, el anonimato parece que le diga un ‘no pasa nada’. ¿Cómo ayudas a descubrir al adolescente que siempre fue así, pero que hoy se multiplica exponencialmente? ¿Cómo le ayudas a gestionar que mi vida depende de otros, y que lo que le pase al otro, también depende de mí? No me es igual el daño que yo causo a los otros, y no solo hay víctimas, también hay victimarios. 

- En todo hecho en falta un contagio de utopías, un trasvase de valores por parte del mundo adulto.

- Los adultos seguimos teniendo el problema de no traspasar a los adolescentes cómo entendemos nosotros el mundo. Por eso escribí el libro aquel Álex no entiende el mundo (2014). El adulto tiene la obligación de explicarle al adolescente cómo le gustaría a usted que fuera el mundo. El peor impacto educativo es el abandono, es decir, el dejarlo solo delante de un mundo complejo. También está muy mal el adoctrinamiento, pero dejarlos en el nihilismo de no tener ninguna coherencia es muy heavy. Una idea: ‘Tú haz tu vida, pero que sepas que yo tengo opinión, valores, criterios, me gustaría que fuera así’. Eso es lo que yo creo que, en general, a lo que los adultos hemos renunciado.