Síguenos
Regresos Regresos
banner click 244 banner 244
Juanjo Francisco

Uno de los soniquetes más repetidos a lo largo de estos tiempos que estamos viviendo es ese que dice que la pandemia ha hecho que la gente se piense lo de regresar al pueblo, a la vida campestre y a disfrutar así de los bucólicos paisajes rurales, en un ambiente de sosiego y tranquilidad. Es fácil pensar que la gente sueñe con hacer realidad esa opción sobre todo si uno forma parte del rebaño humano que se apiña en el interior de un vagón de metro, tal y como se aprecia en alguna imagen de televisión.
Amamos la vida pero no siempre hemos sido tan conscientes de eso como en estos tiempos, donde una especie de lotería maléfica amenaza el porvenir de todos. Por una vez en todos estos meses, el miedo ya es una sensación que se está generalizando y que más allá de las veleidades de algunos descerebrados, todos palpamos el riesgo. Pero, no nos engañemos, ese miedo se extiende también por los lugares menos poblados y con más espacios al aire libre a disposición del individuo.
El miedo y los energúmenos están por todos los lados. Supongamos que Teruel es uno de esos lugares a los que ansían llegar y establecerse los que viven apiñados en las grandes ciudades, escapando de ese vértigo que da el tumulto donde se puede esconder el virus, huyendo de esa mieditis inevitable. Pues bien, que no sean ilusos, aquí también se puede experimentar el vértigo ese del peligro latente, si no por el virus, tal vez por sus efectos colaterales. Que se lo pregunten al paciente de cáncer que fue literalmente sacado del quirófano hace unos días por no disponer de sala UCI en el caso de que la intervención tuviese complicaciones. 
Así que, solo o en compañía de otros, la pandemia hay que vivirla como tal, como algo serio, y de nada valen esas ensoñaciones que tienen algunos sobre Arcadias felices que no existen.
Y en cuanto a los energúmentos, pues también existen en todos los lugares. Aquí no llegan, por el momento, a intentar asaltar comisarías o desvalijar tiendas, pero sí se forman grupetes numerosos en lugares a desmano y sin tomar precauciones, para intentar olvidar por un rato estos tiempos tan agotadores.
Todos vamos a tener que convivir con el demonio del virus, sin refugios seguros y expuestos sin remedio.