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El negocio del Covid El negocio del Covid

El negocio del Covid

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Javier Silvestre

La vacuna del Covid-19 está a la vuelta de la esquina. O eso parece. El anuncio de la farmacéutica estadounidense Pfizer disparaba las bolsas y la euforia se adueñaba de un planeta sumido en la incertidumbre. Casi a la vez, un científico de la Universidad Complutense de Madrid publicaba un estudio en el que, analizando datos estadísticos, llegaba a una sorprendente conclusión: la vacuna contra el tétanos podría proteger contra la Covid-19. 

Por un lado, un nuevo fármaco que ha costado miles de millones de inversión privada -aunque forzada por el Gobierno de Estados Unidos- y por el otro, un remedio al alcance de todos cuyo coste es de 8 euros el vial inyectable. Aunque parezca que ambas informaciones no son comparables, no duden que el negocio montado alrededor de las 54 vacunas en fase de investigación del coronavirus están detrás de las informaciones de los últimos días.

Un médico cercano desarmaba todas mis dudas sobre la idoneidad de volver a vacunarse del tétanos diciéndome: “Con la que está cayendo, cualquier protección es poca”. Es decir, que quizás no sirva para nada, pero que tampoco perdemos nada vacunándonos. Pero hay un escollo que salvar: es extremadamente difícil conseguir hoy en día en ninguna farmacia de nuestro país el recordatorio de la vacuna pediátrica del tétanos, difteria y tosferina (DTP) porque no hay stock.

Se abre aquí la puerta a las siempre jugosas teorías conspiranoicas. Si los laboratorios se han gastado miles de millones de euros en buscar una vacuna contra la Covid-19, ¿qué pasaría si se descubre que un fármaco con 40 años de antigüedad inmuniza contra el coronavirus? Los resultados del estudio español son estadísticos y no científicos, pero lo cierto es que cada día se aprenden cosas nuevas de un virus que tan sólo lleva ocho meses en nuestras vidas. 

Por supuesto, las farmacéuticas y los científicos que trabajan en organismos públicos se han lanzado a tirar por tierra este estudio estadístico, aunque tampoco ellos tienen ningún dato que corrobore su postura. Pero claro, desmontar el negocio de la vacuna del Covid-19 no es rentable en pleno agujero negro económico mundial. Tan sólo hace falta ver cómo se dispararon las bolsas mundiales ante el anuncio hecho esta semana por Pfizer, tras asegurar que su vacuna tiene una eficacia del 90%. En este tema hay más sombras que luces.

Primero, porque la noticia hizo que unos cuantos se llenasen aún más los bolsillos. Entre ellos, Albert Bourla, el director de la farmacéutica estadounidense, que aprovechó para vender el 60% de sus acciones y ganar 4,7 millones de euros en cuestión de minutos. Tras la euforia inicial -y la consiguiente recogida de ganancias-, el precio de las acciones ha vuelto casi a los niveles donde estaban a finales de octubre.

Además, aún hay muchas dudas sobre cómo se distribuirán las dosis a -70º, pero especialmente sobre la efectividad de estas nuevas vacunas, llamadas ARN mensajero y basadas en modificar el ADN del virus e inyectarlo en el paciente. Unas vacunas tan novedosas que nunca antes han conseguido funcionar pese a que se descubrieron hace una década.

Así las cosas, ¿a quién creer? Yo me quedo con aquellos que insisten en que hay que aprender a convivir con un virus que ha venido para quedarse un tiempo. Pero claro, eso no da dinero. Incluso en tiempos de pandemia, el negocio es lo que realmente importa.