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Más allá del diagnóstico, también hay sexualidad  Más allá del diagnóstico, también hay sexualidad 

Más allá del diagnóstico, también hay sexualidad 

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Grupo Psicara

Por Rubén Somalo Toyas

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de Psicara abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy hablaremos de la salud sexual, y en especial de un colectivo que sufre uno de los mayores estigmas en la salud mental: las personas con trastorno mental severo (TMS) o trastorno mental grave (TMG)

¿Has escuchado alguna vez los términos TMS y TMG?, ¿sabes qué significan? En pocas palabras, la Psicología clínica utiliza los términos TMS/TMG indistintamente para englobar los trastornos mentales de duración prolongada cuyos síntomas provocan una discapacidad y disfunción social. Estos síntomas se dividen principalmente en:

-Los Síntomas Positivos, (que se define así por hacer referencia a la adición de algo que antes no se tenía en el pasado) entre los que se encuentran las experiencias alucinatorias como la escucha de voces, los delirios o las sensaciones corporales como pinchazos que no son generadas por el entorno sino por el funcionamiento de la propia persona. Desgraciadamente, cuando las personas comunican a su entorno el contenido de estas experiencias, tienden a rechazar e invalidarlas, por lo que refuerza las conductas de aislamiento y solicitud de ayuda a otras personas.

-Los Síntomas Negativos (definidos por la pérdida de una característica o funcionalidad) incluyen la apatía, la anhedonia, la ansiedad y la depresión que a su vez pueden venir generados por el propio trastorno y empeorar por la sobremedicación que contrarresta los síntomas positivos.

A grandes rasgos, estos serían parte de los elementos psicológicos que las personas con TMS experimentan en su día a día, sin pararnos a mencionar la influencia de los factores psicosociales y comunitarios como las relaciones familiares, sociales y laborales. A nivel público, el propósito principal del Estado es velar por contrarrestar el riesgo de exclusión social y laboral, por lo que se llevan a cabo intervenciones terapéuticas para fomentar la autonomía, promocionar los hábitos saludables y desarrollar las habilidades sociales, ¿pero qué sucede con la salud sexual?

Forma parte de los derechos sexuales de todas las personas tanto la educación sexual como la asistencia en problemáticas sexuales. En todas las etapas de la vida humana la esfera sexual es fundamental. Desde la diferenciación sexual en el embarazo, pasando por el desarrollo del sentido de identidad sexual en la infancia, la pubertad, las primeras relaciones amorosas y sexuales, la formación de la familia o las disfunciones asociadas a la llegada de la tercera edad, por mencionar algunos hitos importantes.

En lo referido a los jóvenes adultos con TMS, se puedan dar mayores difucultades debido al desarrollo de las primeras experiencias psicóticas con las primeras relaciones sexuales. Así como también que algunos adultos de mediana edad que tras una etapa de descompensación aguda se estabilizan y se dan cuenta de que carecen de habilidades y confianza para  atreverse a conocer a alguien y empezar una relación. 

¿Y qué papel toma la intervención psicológica en la sexualidad de las personas con Trastorno Mental Severo? En primer lugar, la identificación de las necesidades. Gascoyne y sus colaboradores (2016) realizaron una revisión de la literatura científica sobre las diferentes problemáticas de las personas con Trastorno Mental Grave en relación con su sexualidad. 

En primer lugar, observaron que algunas de estas personas pueden realizar más conductas sexuales de riesgo, lo cual puede desencadenar en embarazos no deseados y enfermedades e infecciones de transmisión sexual, tener niveles más altos de consumo de drogas y alcohol, que a su vez pueden influir en la disminución del uso del preservativo. De la misma forma, encontraron que estas personas pueden ser más vulnerables, por lo que están más expuestas a sufrir violencia de pareja o a sufrir abusos sexuales que la población general. Además, algunas personas pueden sufrir otro tipo de violencia sexual llamada “Sex trading”, definida como la realización de actos sexuales a otra persona por comida, un sitio donde dormir o alcohol y drogas.

Al mismo tiempo, aparecen las barreras de los propios profesionales a la hora de abordar su sexualidad. Desde mi experiencia y de acuerdo a un reciente estudio (Southall y cols., 2020) bastantes profesionales se sienten incómodos en el abordaje de la sexualidad de los pacientes. Encontrándose dificultades por miedo a gestionar aspectos sexuales que no son capaces de tratar debido a la falta de formación académica y barreras personales.

Ante esta situación y la falta de programas de salud sexual en los centros de rehabilitación comunitaria tanto en nuestro país como en otros, nace este artículo con dos objetivos principales: por un lado, divulgar información sobre la sexualidad de este colectivo y, por otro lado, el de animar a los diferentes profesionales de la salud sexual a que acudan a los centros de rehabilitación comunitaria de su zona e intervengan con estas personas con grandes factores de riesgo. 

De acuerdo con Hughes (2016), mediante programas que capaciten a pacientes con TMS en las habilidades de intimidad y alentándoles a desarrollar relaciones sexuales saludables, los servicios pueden ayudarles a comenzar a superar tanto su aislamiento social como sexual. Porque todo el mundo tiene el derecho de poder encajar, no ser discriminado y poder amar a alguien.