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De otra manera De otra manera

De otra manera

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Raquel Fuertes

No sé si fue por la hora o por la película. El caso es que ayer, a las siete de la tarde me puse lo que esperaba que fuese una pastelosa peli de Navidad y siesta. Ya no era hora de un sueñecito y el film empezaba con una escena claramente postcoital de chico que deja a chica enfundada en sábanas con la promesa de llamarla que tanto ella como yo sabemos que no se va a cumplir porque él es el prototipo de los que no llaman.

Espera, espera. ¿En una peli americana de Navidad esta escena? ¿Pero qué me he puesto yo? La cosa fue in crescendo. Cuando conoce a la chica que le redimirá y le llevará al camino de la monogamia fiel (que tampoco se puede ir tanto del guion) los primeros arrumacos no son el roce ligero de labios al que nos tienen acostumbrados en estas pelis de almíbar. No, no. Besos con lengua y con distancia menos infinito en todo el frontal. Con agarre y acople.

¿Pero que estoy viendo? El resto de la película discurre como las típicas, pero sin nieve ni montañas ni Manhattan. Hasta que llega el momento cumbre del auténtico polvo en la era. Bajo las estrellas, en el duro suelo californiano y con escena de sujetador fuera (de espaldas, claro). Y sin mediar compromiso ni sacramento.

En fin, que, aunque la película acababa como todas las que han visto hasta ahora (pareja estable, chico malote reconvertido y loa a la vida sencilla y sin pretensiones frente a estrés y riquezas), no sé si fue la elección del título, el ponerla a una hora en la que logré verla sin dormirme o que, simplemente, la vi y se la estoy contando de otra manera, el caso es que la peli parece otra y hasta puede parecer que vale la pena.

Pues así, con todo. 

Ya esta bien de prellorar la Navidad de 2020 como si nos estuvieran condenando a galeras a remar. Hagan el favor de mirar de otra manera: disfrutemos de la intimidad con los de casa, comprendamos que si no vemos ahora a nuestros mayores ya nos tomaremos con ellos una paella este verano en vez de los turrones de diciembre. Y soñemos despiertos con un futuro distinto, pero mejor a lo que estamos pasando. Un esfuerzo más y lo tocamos con la mano.