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Elena Gómez

El calendario ha querido que esta sea mi última columna de 2020. Por eso, quiero desearles, para comenzar, que tengan unas Navidades tranquilas y repletas de emociones. Y que despidan el año como se merece, dando un portazo y abriendo la puerta a un 2021 cargado de esperanza y cosas buenas.

Recuerdo haber comenzado el año escribiendo sobre nuestros niños y sobre lo que nos une. Y lo he terminado haciendo lo propio con las vacunas y la crisis económica. Entre medio, decenas de columnas que han sido reflejo de cómo nos ha cambiado la vida de forma dramática y dolorosa. Les aseguro que muchas de ellas se publicaron salpicadas con mis lágrimas. 

Sin embargo, hoy me quiero quedar con la percepción del aprendizaje obtenido; los caminos complicados y tortuosos suelen ser los que más te enseñan. Yo he aprendido que se puede tener muy cerca a los seres queridos con un simple golpe de tecla. Que vivir un confinamiento de casi ya nueve meses puede no ser una condena si eres capaz de reinventarte cada día. Que lo más importante no son los grandes sueños, sino las cosas más pequeñas, como un abrazo o un café en una terraza. Que al final, somos capaces de vivir con menos y, sin darnos cuenta, hemos acabado teniendo más que antes.

No hay que perder las costumbres y hacer balance es necesario. Porque, aunque parece que la experiencia global de los últimos doce meses ha sido desastrosa, seguro que todos tenemos algún rinconcito en el que posar la vista y darnos por satisfechos. Por mi parte, mi primer libro publicado -con todo el cariño que he recibido de los lectores- y un sinfín de proyectos relacionados con la literatura y el cine, son la mejor parte de esta historia. En el otro lado de la balanza, la pérdida de algún buen amigo y la añoranza de los míos, sobre todo de esa abuela valiente y resignada en una residencia.

Así que creo que debo terminar con los mismos temas con los que empecé. Los niños, junto a los ancianos, por fin se han convertido en el centro de nuestra atención y nos han enseñado lo verdaderamente importante. Por otro lado, hemos aprendido que lo que nos une es el amor y la capacidad de supervivencia. 

No bajemos la guardia y vayamos a por 2021. Feliz Navidad.