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Propósitos de año nuevo, ¿realidad o fantasía? Propósitos de año nuevo, ¿realidad o fantasía?

Propósitos de año nuevo, ¿realidad o fantasía?

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Grupo Psicara

Por Yaiza Senar Gutiérrez

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana vamos a retomar un tema que ya se introdujo en el primer artículo de este año: los propósitos de año nuevo, pero esta vez centrándonos en por qué, en muchas ocasiones, no llegan a cumplirse. 

Dejando 2020 atrás, arranca 2021 y con él la ilusión de un nuevo comienzo, de volver a poner el contador a cero, o como dicen, con 365 páginas por delante en blanco por rellenar, con la esperanza de que sea mejor que el 2020. Y con todo esto, hay algo que también aparece tras las campanadas: los propósitos de año nuevo y el afán por cumplirlos. Sin embargo, muchos de ellos suelen “caer en saco roto” y se convierten en retos que, en ocasiones, no llegan a cumplirse, pero… ¿por qué? 

Hace dos semanas nuestra compañera Jessica nos contaba en su artículo titulado Porque todos los roscones se acaban ¡y este no será una excepción!, las características que deben tener las metas para cumplirse. Hoy, nos vamos a centrar en aquellos objetivos que nos hemos propuesto para este año. Encontrándonos a finales de enero, quiero preguntarte, ¿te fijaste propósitos para este 2021?; si la respuesta es afirmativa, ¿has empezado a trabajar en alguno de ellos?

En cualquier caso, la cuestión que se va a abordar en este artículo es la siguiente: ¿qué hace que no lleguemos a cumplir los propósitos de año nuevo?

- Objetivos poco realistas. En ocasiones, nuestros objetivos no se ajustan a lo factible, no son realistas, bien porque no está en nuestras manos el poder cumplirlos o bien porque se escapan a nuestras posibilidades. Algunos profesionales recomiendan hacer una lista con aquello que se quiere lograr, valorando uno a uno y en una escala del 1 al 10 cuán realista es ese propósito y la probabilidad que se tiene de llegar a conseguirlo; se hace esto como forma de reflexionar sobre esta cuestión, eliminando así aquellos que sean más confusos o poco realistas para poder dedicar tiempo y esfuerzo a los demás.

- Objetivos ambiguos y/o muy generales. Otra de las razones que puede hacer que no logremos conseguir nuestros objetivos es que estos sean muy generales y ambiguos. Crear propósitos claros, bien definidos, concretos y específicos va a facilitar la consecución de los mismos. Por ejemplo, si el propósito es hacer más deporte, es importante que se defina de forma más específica cómo lograrlo, las veces por semana que se va a practicar, establecer los días más idóneos; resultando así menos confuso el objetivo. Para lograr avanzar resulta más sencillo ir cumpliendo tareas más pequeñas y graduales que como objetivo final, conduzcan al objetivo establecido previamente, potenciando así también la motivación entre una meta y la siguiente. El ir consiguiendo pequeñas metas aumentará tu sensación de autoeficacia con respecto al objetivo general.

- Falta de un plan de acción. Es tan importante el ¿qué quiero conseguir?, como el ¿cómo voy a conseguirlo?  Establecerse pequeñas metas con fechas límite a completar puede hacer más sencillo el llegar al objetivo final, siendo conscientes del tiempo que nos puede llevar alcanzarlas. Por ejemplo, siguiendo con el ejemplo anterior del deporte, el primer paso que podemos realizar es comprar ropa adecuada.

- Demasiados objetivos a la vez. En nuestra sociedad se suele premiar el “cuanto más, mejor”; en el caso de los objetivos a cumplir, menos es mejor. El establecerse la obligación de cumplir muchos objetivos a la vez, puede generar estrés, que a su vez puede influir negativamente en la consecución de tus metas.

- Propósitos genéricos o que no tienen que ver con nuestra persona. A menudo, nos marcamos objetivos genéricos, que no proceden de nuestro propio interés y que no tienen ningún significado para nosotros. Es importante revisar la motivación o razón principal que se tiene para realizar las acciones que nos van a llevar a ese objetivo. Si esa motivación es extrínseca (se realiza algo por los estímulos o recompensas, no porque la persona lo desee), va a resultarnos más complicado seguir ese objetivo; pero, si, por el contrario, la motivación es intrínseca (lo hacemos porque nos gusta, nace de nuestra persona y no esperamos nada a cambio), se disminuyen las probabilidades de fallar. Encontrar el verdadero valor personal de alcanzar una meta, aumenta la probabilidad de llegar a ella.

- Dificultad para establecer hábitos. Muchos de los objetivos que nos marcamos conllevan un cambio drástico en nuestras rutinas, influyendo en muchos ámbitos y en ocasiones, queremos conseguirlos en un corto periodo de tiempo. Los seres humanos somos animales de costumbres, por ello integrar nuevos hábitos o cambiar los ya establecidos es complicado y lleva tiempo. Los hábitos son conductas muy arraigadas en nuestra persona, que llevamos repitiendo desde hace mucho tiempo, por lo que, al intentar realizar el cambio, nos será más fácil y sencillo recurrir a aquellos conocidos de forma “más automática” que “luchar” por establecer los nuevos. Se trata de un proceso largo que depende de cada persona, cuya media de tiempo se sitúa en torno a dos meses, según un estudio de la Universidad de Londres.

- Falta de motivación. La motivación disminuye al cabo del tiempo, no se mantiene tan alta como puede ser al principio. Se estima que un tercio de las personas que se fijan propósitos de año nuevo desisten de su labor ya a finales de enero. La disminución de la motivación puede deberse a muchos factores, según la teoría de la autodeterminación de Deci y Ryan, que postula (entre otras cosas) que la dirección que toman las acciones que realizamos viene dada por un cúmulo de energía generada por el intento de satisfacer nuestras necesidades. Así mismo, esta teoría se centra principalmente en la motivación intrínseca que se ha nombrado previamente, ya que es el principal motor de movimiento, la cual viene dada cuando las personas experimentan competencia, conexión y autonomía y se vuelven autodeterminados.

- Aparición de frustración. A veces, al establecernos un objetivo, no se tiene en cuenta los obstáculos que pueden surgir hasta su consecución. Por ejemplo, si mi propósito es perder peso o hacer más ejercicio, ¿qué ocurre si estoy muy cansada como para ir al gimnasio o si me regalan una caja de bombones? Los momentos de “debilidad” o las ganas de tirar la toalla van a formar parte del proceso de cambio, lo importante en el camino hacia nuestro objetivo es detectar esos problemas que puedan surgir y gestionarlos, siempre que esté en nuestras manos el poder hacerlo. 

El hecho de no cumplir los propósitos que nos proponemos puede generarnos, en la mayor parte de los casos, la aparición de malestar emocional y de una serie de emociones desagradables como pueden ser frustración, culpa y/o vergüenza. Según un estudio, uno de los motivos por los que las personas suelen renunciar a sus propósitos de año nuevo se debe a la falta de autocontrol, el exceso de estrés y las emociones desagradables que se asocian en el transcurso.

Entonces… ¿qué puedo hacer? Se puede empezar por un objetivo claro y realista, con un plan de acción y acciones específicas; de tu interés personal, dedicándole tiempo y sin olvidarnos de los altibajos que puedan surgir. 

En definitiva, este 2021 se presenta idóneo para poner en marcha la maquinaria y llegar a cumplir nuestros objetivos personales, y ojalá entre todos los logros que se consigan esté presente la inmunidad comunitaria al Coronavirus, pues es primordial si finalmente queremos salir adelante de esta difícil situación que amenaza un año más. Y recuerda: ¡no tiene que ser principio de año para proponerse nuevos objetivos y metas!