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Pesadilla en el paréntesis Pesadilla en el paréntesis

Pesadilla en el paréntesis

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Raquel Fuertes

Cada vez que salgo a la calle me pasa lo mismo. Me debato entre la sensación de irrealidad y la constatación de que esto es la vida ahora. Ya no se trata añorar grandes viajes que parecen tan lejanos como se lo parecían a nuestros padres cuando apenas habían salido del pueblo para ir un par de veces a la capital. Es no poder salir de tu ciudad, no poder ir a tu casa del pueblo, no comer con tus amigos y ya no hablemos de darse un par de besos o ver una sonrisa. O de que tus padres (los que tenemos suerte y no los hemos perdido en esta prueba) se conviertan en una voz al otro lado del teléfono y en un chat de WhatsApp.

Si el poeta dijo que la vida es un paréntesis entre dos nadas, ¿cómo leemos este paréntesis dentro del paréntesis? ¿Cómo sobrevivimos en esta elipsis, esta nada, que en realidad también es vida y de la que, sin duda, saldremos más viejos?

Al margen de estas reflexiones a las que, sin duda, me arrastra la poco original fatiga pandémica, hay alguien en quien pienso mucho en estos días (y no es Hasél): Pedro Sánchez. Allá por septiembre del año 1 adc (antes del coronavirus), Sánchez decía que no pactaba con Iglesias (lo que nos llevó a repetir los comicios) porque “no podría dormir por la noche. Junto con el 95% de los ciudadanos del país, que tampoco se sentirían tranquilos. Incluso votantes de Unidas Podemos”.

En aquellas declaraciones a Xabier Fortes, el presidente en funciones alegaba que las personas próximas a Iglesias contaban con “poca experiencia política o de gestión pública”. No digo más, saquen sus conclusiones.

Ahora, en medio de un escenario entonces inimaginable, tras dejar atrás los remilgos en segundas elecciones (o qué pronto se pusieron al día en gestión pública), los socios de Gobierno no parecen una pareja bien avenida con un proyecto en común. Los acontecimientos y declaraciones de los últimos días los sitúan más como a partidos de la oposición, cada uno a lo suyo y sin rumbo, que como compañeros en la lucha en medio de una crisis sin precedentes. Se ha cumplido la profecía de Sánchez: no solo es que no puede dormir por la noche, es que seguro que tiene pesadillas con sus compañeros de bancada. Y, encima, en medio de este maldito paréntesis.