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No lo merecemos No lo merecemos

No lo merecemos

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Elena Gómez

Ha vuelto el temporal, y no me refiero a esa lengua de frío siberiano que nos va a acompañar durante el fin de semana, sino al temporal político y mediático, que se ha sumado al clima estanco de la pandemia. 

No voy a ponerme a analizar lo ocurrido en los últimos días en las esferas de poder de nuestro país, ya que, aunque me apasiona el análisis de la actualidad, no alcanzo a ver los porqués y los paraqués de esta enrevesada historia. Lo que esta semana me reconcome por dentro es esa manida frase que aparece en casi todos los corrillos tertulianos de barra de bar o grupo de Whatsapp: "Tenemos lo que nos merecemos". 

Yo no creo que esta debacle moral que se cierne sobre nuestros mandatarios, sea culpa de los ciudadanos de a pie. Creo con firmeza que la sociedad española, salvo algunas excepciones vergonzantes, es ejemplar. Miro a mi alrededor y solo veo personas que luchan cada día por prosperar, sacar adelante los suyos y contribuir en la medida de lo posible a los objetivos de bienestar del grupo social.

En general, somos responsables, solidarios, emprendedores y creativos. Procuramos tener una independencia económica, un hogar y una familia donde refugiarnos. Si podemos, ayudamos a las causas sociales que creemos conveniente. Cumplimos las normas, y sobre todo, ejercemos nuestro derecho al voto con responsabilidad y convencimiento de nuestras ideas políticas.

Todo lo demás, la polarización, los enfrentamientos, la corrupción, la manipulación mediática y el extremismo ideológico, es puro artificio. Hay intereses ocultos que se han empeñado en destruir nuestros sistemas democráticos, trasladando la carga de la culpa al pueblo. Pero quienes afirman que tenemos lo que nos merecemos, no aportan soluciones a la inmensa crisis internacional que estamos viviendo. No tenemos alternativas a esa clase política distanciada de la realidad, más allá de una posible revolución que, como sabemos, nunca sería pacífica.

Existe una inmensa mayoría que está harta de este circo, pero que no tiene en su poder la capacidad de cambiar las cosas, a excepción de apagar las televisiones y los móviles, y dejar de votar. Y eso, les aseguro que da mucho más miedo que unas elecciones anticipadas.