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Albarracín convierte la escombrera junto a la muralla en un espacio con vegetación Albarracín convierte la escombrera junto a la muralla en un espacio con vegetación
La zona que se ha recuperado está situada junto a la muralla de Albarracín y en las inmediaciones de la Torre Blanca

Albarracín convierte la escombrera junto a la muralla en un espacio con vegetación

La Fundación Santa María realiza por primera vez una intervención en el paisaje de la ciudad
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Cruz Aguilar

Lo que durante décadas fue la escombrera del pueblo dentro de unos meses será un espacio paisajístico integrado perfectamente en el entorno. Ese es el objetivo que se ha fijado la Fundación Santa María de Albarracín para la zona que rodea a la Torre Blanca, donde se ha acometido una intervención integral que comprende tanto la restauración de la muralla como el acondicionamiento paisajístico de los taludes que la rodean.

Los trabajos han sido complejos puesto que se ha actuado en un gran talud de 110 metros lineales y se han retirado en torno a 150 toneladas de escombros, aunque como matiza el gerente de la Fundación, Antonio Jiménez, solo es la parte más superficial ya que, según los cálculos del equipo Atalaya, que es el encargado de acometer el proyecto, hay en torno a 2.000 toneladas que son fruto del vertido de escombros que se realizó hasta los años 80 del siglo pasado. 

“No se trata de retirar sino de renaturalizar”, comentó Jiménez, quien especificó que parte de esa tierra se ha cribado con el fin de reutilizarla acompañada de sustrato fértil para que arraiguen las plantas. 

El arquitecto paisajista Jaime Díaz Morlán, del equipo Atalaya, especificó al respecto que ante la imposibilidad de retirar todo el material se ha quitado solo una parte que a su vez se reaprovechará en la medida de lo posible separando los cascotes y añadiendo material vegetal. “Es un modelo de intervención cíclica y ecológica”, sentenció Antonio Jiménez. 

Sabinas y almendros

Una vez distribuida la nueva tierra, se plantarán especies acordes al territorio, “copiando las que hay en las otras laderas del cañón del río Guadalaviar”, detalló Antonio Jiménez, quien señaló que habrá “espinosas, muchas Sabinas, algunas de ellas rastreras, almendros y arbustos”, comentó. 

El arquitecto paisajista especificó que han intentado “ser cuidadosos y sensibles con el entorno de Albarracín” en esa recuperación del espolón del Guadalaviar, “que es parte de la ciudad y que estaba muy degradado”, apuntó.

Para hacer el replantado han localizado plantas forestales en diferentes viveros. La siembra de las diferentes especies se hará a lo largo de esta semana y con ella quedará terminada toda la intervención en el entorno de la Torre Blanca.

Para la Fundación Santa María este proyecto es de gran relevancia porque hasta ahora se habían centrado en el patrimonio y, por primera vez, han desarrollado una intervención “en paisaje y con técnicos especialistas en el tema”, precisó el gerente de la entidad.

El huerto de los frailes

El talud en su origen fue una ladera con el escarpe rocoso que origina el Guadalaviar y durante la restauración de la muralla se descubrió una zona más llana que posiblemente correspondiera con un huerto que posiblemente esté vinculado a la última ocupación de la iglesia de Santa María, que fue gestionada por los frailes. Precisamente en esa planicie se van a plantar almendros “que es el árbol que se ve en las laderas porque apenas necesitan aportes hídricos”, matizó el gerente de la Fundación, quien señaló que además en la época de floración dará una riqueza cromática de gran belleza a la ciudad.

Pero además, se han retirado también los escombros que había al pie de la Torre Blanca y se ha recuperado la plataforma regular. “Tan importante es el monumento como la propia roca sobre la que se asienta”, describió Jiménez, quien añadió que se han retirado varios niveles.

Estos trabajos que ahora se están haciendo se integran en la restauración de la muralla de Albarracín, que se ha acometido en diferentes fases. La última fue en noviembre del pasado año y se recuperaron 24 metros, entre ellos el lienzo mejor conservado del monumento.