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El éxito El éxito
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Nuria Andrés

Si las palabras sintieran, estoy segura de que Éxito sería una de las grandes víctimas de la sociedad. Todo por la cantidad de memeces, insensateces y falsedades que ha tenido que soportar por parte de aquellos que lo llevan por bandera. Lo imagino solo, sentado en una esquina del aula, escuchando a todo el mundo hablar de él a su alrededor sin siquiera poder pronunciarse, harto de ser el pringado de la clase al que piden los apuntes pero nunca invitan a un café, ese al que siempre toman como objetivo pero nunca como compañía.
Un término odiado por todos porque la envidia siempre gana en esta partida. Ese alumno al que el profesor pone de ejemplo en la clase de literatura pero nadie le quiere en su equipo en educación física. ¿Y qué hacen los profesores ante un alumno de estas características? Pues, supongo que, como en la mayoría de casos de bullying que se producen en las escuelas, probablemente, nada. Hollywood ha sido el encargado de romantizar esto y hacer que ese estudiante que recibía collejas por los pasillos, un día, en una de esas embestidas, tropieza con la guapa de la clase, y ella se enamora de él. Pero ni las películas de los domingos son reales ni el prototipo de éxito que se nos ha impuesto existe realmente.
Hace unos años, hablaban de los opositores como aquellos célebres estudiantes que se embarcaban en la gran aventura de las oposiciones porque eran personas que valían para largas y exasperantes jornadas de estudio, ahora, se habla de ellos como los decepcionados postadolescentes a punto de cumplir 40 años que han perdido la fe en la empresa privada. Hace unos años, mi idea de éxito radicaba en que, algún día, conseguiría entrevistar a uno de esos famosos que sigo en Instagram. A mis 21 años, he entrevistado a Justin Bieber y mis fracasos siguen pesando mucho más que cualquier triunfo. 
Nos obsesionamos con el éxito porque es nuestra dosis de anestesia para las múltiples caídas que nos esperan, pero no es la compañía que nos gusta tener. Y por eso se le odia tanto. Se dice que en situaciones de marginación, hay que prestar más atención al que margina que al marginado. Quizás porque los primeros tengan una historia desconocida y los segundos se encuentren en una situación efímera, por la que todos hemos pasado, pero que no dura para siempre. Como el éxito.