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Drones con cámaras multiespectrales para localizar restos de la batalla de Cutanda

Trabajo ayer con drones sobre la zona donde supuestamente se libró la batalla de Cutanda

Una cámara multiespectral instalada en un dron permitirá conocer la existencia de muros y fosas en el subsuelo en la zona donde, supuestamente, se libró la batalla de Cutanda en el año 1120.

Una cámara multiespectral instalada en un dron permitirá conocer la existencia de muros y fosas en el subsuelo en la zona donde, supuestamente, se libró la batalla de Cutanda en el año 1120. Se trata de una nueva línea de investigación que arrancó ayer y en la que participa de forma altruista la empresa Revolotear, con oficinas en Alcañiz y Zaragoza.

Consistirá en la realización de cuatro vuelos sobre 300 hectáreas de terreno. El primero, que se hizo ayer, fue para tomar una fotografía de alta resolución de cien hectáreas, ya que para optimizar los resultados la superficie se ha dividido y sobre cada sector se han colocado doce balizas georreferenciadas . Después se llevarán a cabo tres más ya con las cámaras multiespectrales en diferentes momentos climatológicos con el fin de que las fotografías reflejen las estructuras que hay en el subsuelo.

El arqueólogo Javier Ibáñez, que está al frente del proyecto junto con el historiador Rubén Sáez, explica que estas cámaras aportan información sobre elementos en espectros lumínicos no visibles. Permiten apreciar diferencias en la vegetación que, a simple vista, son difíciles de captar y que se deben a que los movimientos de terreno afectan sobre la humedad acumulada y, por tanto, influyen en la vegetación. "En sitios donde la tierra ha estado removida lo normal es que se mantenga más la humedad y aunque el ojo no lo detecta, las imágenes multiespectrales, sí", comenta Emilio Querol, que es el responsable de Revolotear. En este sentido el arqueólogo añade que el resultado que esperan es "una imagen de las evidencias que transcienden a la superficie de los cambios que puede haber en ese sustrato".

Los drones desplazados hasta Cutanda volaron a una altura de unos 100 metros y tomaron todo un conjunto de fotogramas cenitales superpuestos hasta un 80%, "es decir que cada fotografía es en un 80% similar a la anterior", matiza Querol. Esto permite obtener un tamiz que posibilita colocar el cuerpo en el espacio y moverlo con la panorámica deseada, comenta el experto.

Un centímetro por píxel

Además, el grado de detalle es muy elevado puesto que cada píxel equivale a uno o dos centímetros, una escala mucho más exacta que las de las fotos aéreas que utiliza por ejemplo el Sigpac, en la que un píxel refleja entre 50 centímetros y un metro, según comenta Javier Ibáñez.

Las cámaras multiespectrales se emplearán en tres ocasiones en condiciones ambientales distintas, una para captar los cultivos tal y como están ahora, otra al día siguiente de una tormenta y la última una semana después de esas precipitaciones. "Una vez obtenida toda la información la cotejaremos" e intentarán, a través del crecimiento desigual de la vegetación, buscar indicios de las estructuras del subsuelo. La realización de los vuelos con drones depende de las condiciones climatológicas pero la intención de los responsables de la investigación es llevarla a cabo antes del verano. La fase final de la investigación será la realización de las catas arqueológicas en los lugares donde la tecnología haya desvelado la existencia de restos.

La colaboración desinteresada de la empresa revolotear ha supuesto no solo ampliar la investigación sobre las técnicas para prospectar un terreno, sino que además se ha incrementado la superficie en la que los investigadores trabajan. En este sentido, Ibáñez señaló que las 88 hectáreas iniciales se han convertido en 300 porque los drones.

Ibáñez concreta que para hacer una prospección arqueológica hacen falta tres personas y una hora mientras que la prospección con drones permite analizar la información de cien hectáreas en solo unas pocas horas.

De momento los investigadores han aplicado diversas técnicas novedosas con el objetivo no solo de localizar los restos de una batalla que enfrentó en junio de 1120 a los ejércitos del rey Alfonso I El Batallador e Ibrahim ibn Yúsuf, gobernador de Sevilla y hermano del emir almorávide, sino también de experimentar nuevas técnicas de localización. La de Cutanda fue una batalla sangrienta en la murieron miles de soldados que, sin embargo, no se sabe con exactitud dónde se libró.

Laboratorio de investigación

La localización de la batalla de Cutanda se ha convertido en un proyecto de investigación más amplio que pretende incidir en las diversas técnicas que puede utilizar la arqueología para hallar restos que, a simple vista, no se observar. De momento han utilizado tecnología LIDAR, cuyo acrónimo es Light Detection And Ranging,un método de medición remota para la reconstrucción de modelos tridimensionales a partir de un láser que barre de forma sincronizada el espacio. También han barrido la zona con detectores empleados por el ejército para localizar material bélico y ahora están trabajando con drones con el fin de detectar, a través de cámaras multiespectrales, las estructuras que hay en el subsuelo. En todos los casos son métodos novedosos en el campo de la arqueología.

Autor:M. Cruz Aguilar Teruel