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A Sánchez le mueven la silla en casa A Sánchez le mueven la silla en casa

A Sánchez le mueven la silla en casa

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Manuel Campo Vidal

Si un japonés desembarcara estos días en España sin información previa, podría pensar que el Partido Socialista es una secta cuyo fin es favorecer el acoso a mujeres militantes. Y tras escuchar las tibias excusas de los dirigentes -”es un problema estructural del país”- comenzaría a hacer preguntas incómodas como estas: ¿Eso no pasa en otros partidos? ¿Por qué no se actúa con contundencia, además de decir que “se va a responder con contundencia”? ¿Por qué se dejó dormir cinco meses el expediente contra Francisco Salazar tras cesarlo en sus responsabilidades en el Gobierno y, presumiblemente, en el partido? ¿Por qué no se explica cuánto hay de cierto en cada denuncia -si se sabe- y cuánto de batalla de poder en la forma y la oportunidad de sacar este caso, sin que eso suponga desconsiderar la posible gravedad de las denuncias? ¿Esas denuncias son recientes, o de hace varios años?

Nadie -o pocos- tienen respuestas convincentes, salvo en la primera duda: sí, desgraciadamente pasa eso en otros partidos pero nunca debe utilizarse como argumento para diluir la gravedad de lo denunciado. Están enumerados los casos de dirigentes acusados de malas prácticas inadmisibles tanto en el PP, como en Vox y otras formaciones. Más a la izquierda hay un dirigente, Iñigo Errejón, procesado por supuesto abuso a una actriz en una fiesta. Y no es un caso único.

Mirando hacia atrás, están los documentales sobre el caso Nevenka Fernández, concejal acosada al límite por el alcalde popular de Ponferrada, donde se muestran imágenes bochornosas de manifestaciones populares en apoyo del acosador y una actuación muy agresiva del fiscal contra la denunciante, que debería incluirse como visionado obligatorio a estudiantes de Derecho. (Como sería de gran utilidad formativa obligar a leer la reciente sentencia del Tribunal Supremo contra el ex Fiscal General, Álvaro Ortiz, además de los votos particulares de dos magistradas que no ven por ningún lado la prueba del delito).

La situación es muy difícil, especialmente para el PSOE. Cuando se especula sobre si Sánchez aguantará terminando la legislatura, se hace una relación de escándalos y decepciones acumuladas y surgen dudas razonables: Ábalos, Cerdán, Koldo, un ex vicepresidente de la SEPI, más las investigaciones de la UCO en Correos y un par de ministerios. Ese es un frente. El frente judicial a la familia de Pedro Sánchez -su esposa y su hermano- es otro, de escaso recorrido procesal el primero, según expertos jurídicos, pero ahí está el desgaste. Y cuando todo eso parecía encajarse para no dimitir, llega el fiasco del acoso sexual a mujeres militantes, manejado además con la torpeza de los retrasos y la inacción interna en el partido.

Con ese cuadro escénico la gran pregunta de cualquier español medianamente informado es esta: ¿Qué sostiene a Pedro Sánchez? La respuesta tiene tres soportes: la situación económica es enormemente mejor (a pesar de la desigualdad) que la política, profundamente deteriorada. La segunda es que ninguno de los socios de gobierno quiere elecciones ya porque es poner fin a su recorrido; y en el caso de catalanes y vascos, el fin de las contraprestaciones. Y la tercera, la más enigmática: según personas todavía fieles a Sánchez y muy cercanas, “el Presidente es consciente ya de quién le está moviendo la silla Internamente alentando la crisis actual”. Atentos, pues: veremos cosas fantásticas próximamente. Entretanto, el semanario italiano L’ Espresso ha nombrado a Sánchez, “hombre del año” por su liderazgo al plantarse ante Trump.