Desgranar lo que nos transmite un villancico me parece una forma sencilla para comprender el misterio que encierra la Navidad. Se acerca la Navidad, fecha en la que celebramos el nacimiento del Niño Jesús. Fiesta en la que manifestamos la alegría de ese acontecimiento, cantando villancicos hay muchos y diversos, pero hay uno que nos habla del Niño que nació para que nosotros aprendamos a hacernos también como niños, para poder entrar en el reino de los cielos. Claramente, en este villancico que comienza con una pregunta dirigida al Niño: “Dime, Niño, ¿de quién eres, todo vestidito de blanco?”, la respuesta inmediata del Niño indica su identidad, que tiene dos naturalezas, una humana y otra divina, porque nació de la Virgen María y del Espíritu Santo.
El estribillo nos anima a todos a celebrar con alegría el nacimiento de ese Niño: “Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra y viva el Niño de Dios que nació en la Nochebuena”. En la siguiente estrofa: “La Nochebuena se viene… La Nochebuena se va / Y nosotros nos iremos… / Y no volveremos más”, en un tono más melancólico, el villancico nos quiere recordar la brevedad de la vida, la caducidad de las celebraciones y el paso inevitable del tiempo.
El villancico nos muestra también la dualidad de la figura de Jesús: “Soy amor en el pesebre / Y sufrimiento en la cruz”, en el que se conecta el Nacimiento de Jesús, la Navidad, con su Pasión, y se combina la ternura del Niño en el pesebre con su sacrificio en la cruz. En una palabra, Dios se hizo Hombre para morir por nosotros en la cruz, momento en el que comienza una historia de amor y sacrificio. ¿Quién no se enternece ante un niño recién nacido? Tratemos al Niño con ternura, arropándolo con nuestros brazos y, sobre todo, le dejemos habitar en nuestro corazón.
Dios se hace Hombre para que nos sea más fácil tratarle e imitarle en las distintas circunstancias de nuestra vida, familia, trabajo, amistades (...), para que las vivamos con generosidad, con olvido de nosotros mismos, es decir, con amor. Y es de amor de lo que esencialmente anda más necesitado cada hombre; también aquellos que pretenden estar satisfechos de todo.
Las repeticiones del estribillo, “los cánticos de mi tierra”, subrayan la tradición oral y festiva, e indican, no sólo la dimensión religiosa de este villancico, sino también la cultural, propia de un pueblo que celebra unido un acontecimiento histórico y divino.
El villancico recoge cómo iba vestido el Niño, “Todo vestidito de blanco”. El color blanco, muy bien elegido, manifiesta la pureza del corazón e inocencia de ese Niño. Este color, que normalmente se usa en los vestidos de cristianar o en los de boda, tiene ese mismo significado, pero no estaría mal que este estribillo nos haga desear la pureza de corazón, los mismos sentimientos, del Niño-Dios. Estos sentimientos harán que vivamos y hagamos vivir una Feliz Navidad a nuestra familia y amigos. ¡Feliz Navidad a todos y viva el Niño de Dios que nació en la Nochebuena!
