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Aliados muy necesarios Aliados muy necesarios

Aliados muy necesarios

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Beatriz Izquierdo

Querido lector: Tenemos noticia, con bastante frecuencia, de casos de menores que incurren en conductas que, lejos de ser “cosas de niños”, pueden ser actos constitutivos de delito. Casos en los que la víctima puede llegar a sufrir lesiones, físicas y psicológicas, que le acompañaran de por vida.

En relación con este tipo de asuntos, me gustaría poner en valor a unos profesionales que, desde hace años, prestan su ayuda a los centros escolares y que constituyen unos aliados imprescindibles para lograr una convivencia pacífica y respetuosa en toda la comunidad escolar.

Me refiero, por ejemplo, a quienes trabajan en el marco del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos y sus Entornos. Se trata de un programa que pretende prevenir cualquier riesgo que afecte al bienestar y seguridad de los niños y adolescentes en el ámbito escolar.

A su cargo están la Policía Nacional y la Guardia Civil, y se articula a través de delegados de Participación Ciudadana para establecer un canal de comunicación directo y permanente con la comunidad educativa.

Dentro de sus actividades se engloban talleres, actividades y formaciones dirigidos tanto al profesorado como a los alumnos y a sus familias. Allí abordan todas aquellas temáticas que están afectando de manera negativa a nuestra realidad social, como son la prevención de agresiones sexuales, el acoso, la violencia de género, los riesgos en el entorno online de contenido, de contacto y de conducta, drogas, bandas juveniles o los delitos de odio, entre otras.

Igualmente, desarrollan una fantástica labor los agentes tutores de la Policía Local, una figura cercana y de autoridad que colabora en los entornos educativos para proteger a la infancia y adolescencia, siendo su función multidisciplinar.

Todos los esfuerzos son pocos para intentar proteger a nuestros menores y estos agentes, de uno y otro programa, contribuyen a esta importante y necesaria intervención.

¡Hasta la próxima columna, querido adulto responsable!