Esta semana me gustaría reflexionar sobre algo que todos damos por algo inherente al deporte, los valores. La semana pasada fue viral que el triatleta español Diego Méntriga dejó pasar a su rival británico James Teagle, justo antes de la meta del triatlón de Santander, al ver que se había equivocado de en la última curva antes de la meta. Algo que da lugar a debate, pero que cuando alguien tiene interiorizado sus valores en esas décimas de segundo que hay que decidir su conciencia le marca el camino, y en este caso dejó de ganar la medalla de bronce por cumplir con su honestidad. Busquen y lean si pueden las declaraciones de Méntriga.
Siempre hay muchas variables en medio, y por ejemplo en el deporte base, donde aún si cabe se da más por hecho esta unión de valores y deporte, no siempre es así. Todos hemos visto actitudes reprochables, sobre todo en quienes dirigen, porque al final los niños seguramente en esas edades aún no tienen esas capacidades de decisión que les haga distinguir entre lo que esta bien y lo que esta mal. Pero precisamente son quienes dirigen y entrenan, quienes son los encargados no sólo de trasmitir conceptos y aprendizajes deportivos, sino actitudes y valores positivos, que al final no sólo sirven para el deporte, sino para la vida misma, ahora y en el futuro.
Pero vamos más allá, al deporte profesional, donde el ganar lo es todo, ¿sin importar el cómo? Pues de nuevo podemos abrir un profundo debate con este tema. Pongamos contexto y ejemplos, ciclismo, caída de rival, ¿aceleramos la marcha y aprovechamos la circunstancia? O ¿ralentizamos y hacemos justicia sin aprovechar esa situación?; ¿tiramos el balón fuera cuando parece ser que un contrario ha podido lesionarse de gravedad?, o ¿intentamos marcar gol haciéndonos valer de esa superioridad?; Estoy seguro que si preguntamos cualquiera de estas preguntas a un profesional, cualquiera que sea su modalidad deportiva, poniéndolo en circunstancia, nos contestarían que actuarían con deportividad, pero luego hay que estar en esa situación y saber como reaccionaría cada uno jugándote toda una victoria, una medalla, una temporada…
No sólo la deportividad es algo que debería ser obligatorio, sino también el respeto al rival, en la derrota y aún más importante en la victoria. Y como digo no sólo en el deporte, sino en la vida misma.