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Javier Arnal

El Ayuntamiento de Calamocha ha puesto en marcha una iniciativa este verano que me parece interesante: la “bibliopiscina”. Hasta el 13 de agosto -luego ya, con las fiestas de San Roque, no parece necesaria esta iniciativa- quienes usen la piscina calamochina tienen un espacio dedicado a la lectura.

De este modo se fomenta el hábito lector en todos, o al menos se ofrece en unas horas y días de descanso, para personas de todas las edades. Hay libros infantiles, novelas, ensayos, lecturas ligeras veraniegas, además de la prensa diaria. Seguro que este artículo en Diario de Teruel se leerá mucho y con satisfacción.

Alabo la iniciativa porque incide en algo que defiendo desde hace mucho tiempo: es importante leer, por muchos motivos, y no asociarlo a algo “aburrido” o ceñido a algo obligatorio de los años escolares. Una cultura de imagen e impactos necesita leer.

Hace unos meses, publiqué en estas páginas la columna Ventajas de leer. Llegó a manos de un directivo de una institución universitaria en Tegucigalpa, capital de Honduras, y me ha invitado a impartir allí varias conferencias, entre otros temas sobre el de la lectura, abundando en lo que esbozaba en esa columna. Una prueba más de la vida imprevisible que tiene lo escrito y la difusión de este periódico.

Fomentar y facilitar la lectura siempre, todo el año y a todas las edades, es un objetivo que aconsejo a toda familia, a toda institución, a todo ayuntamiento. Es barato. Se pueden pedir prestados libros a bibliotecas.

En Calamocha lo tienen claro, pues esta iniciativa forma parte de un plan para impulsar la lectura todo el año, con el lema Barra libre de libros.

Se puede pedir que se adquiera un libro para la Biblioteca, y se compra, ha recordado el Ayuntamiento. En vez de quejarse si hay o no hay un libro en una biblioteca pública, es útil convencerse de que una biblioteca pública se alimenta con las sugerencias y aportaciones de todos. Seguro que ya están algunos de mis libros, y de otros calamochinos (Lucía Roy, JM de Jaime, etc.): hay tradición literaria en Calamocha.

Quien tenga poca afición a leer libros se puede animar leyendo estas líneas. Leer mejora el vocabulario; se cultiva la concentración -tal vez hay demasiado TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, ¡en jóvenes y adultos!-; se potencia la imaginación y la creatividad; facilita el espíritu crítico -preocupante el nivel de gregarismo, pasotismo y falta de reflexión-; y puede divertir, también en verano.

Se habla mucho de empatía: la lectura facilita la empatía. También reduce el estrés. Muchos toman demasiadas medicinas, y eso es lo fácil… y peligroso, en vez de ahondar en las causas de falta de costumbres que serenan y maduran, y ayudar a superar el estrés sin medicinas. Lo decía hace unos días una adolescente, hablando con el móvil en un banco: “¡Es que estoy agobiada!”. Varios médicos me han reconocido que hay un abuso de medicamentos para situaciones ordinarias de esfuerzo y aguante. Dejo para otra ocasión una iniciativa sanitaria interesante, la “biblioterapia”. ¿A que suena bien?