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La 'party' de las 'parties' La 'party' de las 'parties'

La 'party' de las 'parties'

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Cruz Aguilar

Si buscas hacer turismo por un lugar tranquilo, una de las mejores opciones es Teruel. “Ciudad acogedora, con bellos rincones para descubrir” describe una de las páginas de internet, mientras que otra señala que es “una de las provincias menos turísticas de España”, lo que, a priori, parece una garantía para evitar la masificación. Con esas premisas y tras buscar en Google, una pareja de canadienses se presentó en la capital tras pasar varios días por Madrid y Barcelona, las ciudades más pobladas de España y que les resultaron un tanto agobiantes. Querían huir del ruido y Teruel les pareció un destino idóneo.

Seleccionaron uno de los mejores hoteles, en pleno centro histórico y desde el establecimiento les respondieron con un email que había una party. Recalaron en las calles en busca de amor y mudéjar un sábado 11 de julio y descubrieron la party de las parties. Su hotel estaba en medio de una peña vaquillera, con música hasta que la legislación lo permite –o sea, ya de día–. No sé si en Canadá serán muy de refranes, pero esta pareja aplicó el “si no puedes con el enemigo, únete a él” y se dedicaron a salir de fiesta y sumarse a una party que, seguramente, nunca olvidarán.

La historia nos la contaron ellos mismos el domingo en la puerta de la Catedral, donde se acercaron mientras cenábamos porque escucharon hablar en inglés (ellos no sabían una palabra de español). Estaban flipados con el fiestón que encontraron aquí y su juventud (rondaban los 30 años) les permitió sumarse. Lo que no tengo claro es si volverán para conocer un Teruel totalmente distinto al que ellos vieron –su estancia se prolongó del sábado por la tarde al martes por la mañana–.

No llevaban ropa vaquillera, pero mi amigo Iván les regaló un pañuelo rojo en el que ponía Teruel, por cordialidad y también por asegurarse de que los jóvenes jamás olviden un lugar que conocieron en sus tres días más especiales y menos turísticos.

Siempre me había preguntado qué sentiría un turista que cayera en la ciudad por casualidad un sábado de la Vaquilla. Ahora ya lo sé.