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Santolea vive Santolea vive
Vecinos de Santolea, en el último encuentro celebrado

Santolea vive

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Cruz Aguilar
Llego a lo que queda de Santolea pensando que solo hay ruinas, pero a medida que me aproximo al grupo de gente que está ahí, con una mesa de camping sobre la que hay mistela y pastas, veo que Santolea es mucho más que esas piedras soberbias que han desafiado a todos y todo. Se dan abrazos y se advierten: “No te beso por si acaso”. Se refieren a por si acaso se pegan la covid, porque ganas no les faltan. Llevan dos años sin verse y su cuerpo y sobre todo su mente ya pedía familia. Porque eso es lo que son, una gran familia unida por el sentimiento hacia lo que fue y ya no está pero siempre será. Apenas quedan unas decenas de personas que todavía vivieron allí, que vieron sus casas en pie y disfrutaron de su aromático vino y sus frescas verduras. Algunos todavía perciben el olor que salía del horno de leña o el de lo que después sería aceite cuando aún era todavía oliva moliéndose en la almazara. La mayoría, sin embargo, solo conocen del pueblo los cuatro edificios que cada vez tienen menos paredes, pero muchos serían capaces de trazar sobre un mapa cada una de las casas y fijar el nombre de los que las habitaron. Resulta muy llamativa la capacidad que han tenido los habitantes de Santolea, una rara Avis que cada vez escasea más, para impregnar en sus descendientes el fervor por el pueblo. Han logrado inocularles, poco a poco pero sin pausa, una pasión por un lugar que solo conocen en fotos y en recuerdos, un lugar donde jamás durmieron y del que lo único que se ve son ruinas. Cada año se juntan para recorrer el lugar junto a su familia y explicarles las mismas historietas de siempre. No cambian porque no hay nuevas, son recuerdos remotos que tienen alojados en su cerebro y que, cuando mueran, no serán sepultados, porque ya forman parte del imaginario colectivo familiar. El sentimiento de arraigo y comunidad que tienen los santoleanos va más allá de un espacio y un lugar. Ser santoleano es un título y, como los nobiliarios pero con más casta y honradez, se pasa de padres a hijos.