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Con la salud no se juega Con la salud no se juega

Con la salud no se juega

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Javier Silvestre
Lo que está ocurriendo en Teruel es vergonzoso. Me refiero al tema de la atención sanitaria en la ciudad. Más vale que si decide ponerse enfermo lo haga en septiembre porque en verano nos quedaremos sin varias especialidades médicas en la capital turolense. Y aquí hay que repartir culpas entre la DGA, que es la que  tiene las competencias en Salud, y el Ministerio de Sanidad. 

Ahora les cuento. De todos es sabido el déficit de médicos existentes y que pocos son los que quieren venir a nuestra provincia a trabajar. Desde la Consejería se han ofrecido incentivos, pero ni con estas. Para colmo, los que hay no aguantan más la sobrecarga de trabajo. Lo explicaba perfectamente esta semana en una carta al director la hija de un ginecólogo de nuestra ciudad. La plantilla de Obstetricia y Ginecología del Obispo Polanco está formada por 9 especialistas. Hay una plaza sin cubrir, un médico está en excedencia y otro de baja. Así que hay que repartir el trabajo entre los que quedan, incluidas las guardias. Pero de los 6 que quedan, dos están exentos de hacer guardias. ¿El resultado? Que si te pones de parto en nuestra querida ciudad más vale que te vayas corriendo a Zaragoza, aguantando contracciones durante dos horas e intentando que tu bebé no venga al mundo en el asiento trasero de un coche. 

La cosa es mucho más seria de lo que parece, porque en los partos hay complicaciones y los trabajadores del Obispo Polanco ya están advirtiendo de que nos podemos llevar un disgusto serio como se alineen los astros. Cómo estará la cosa para recoger 50.000 firmas en sólo dos días (6.000 de ellas presenciales) para exigir que haya atención ginecológica garantizada durante todo el verano en Teruel. 

Es justo decir que el consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón, José Luis Bancalero, ha dicho que está garantizada la atención en caso de dar a luz en verano: “Hay asistencia en los paritorios, la hay y la habrá”. Y usaba el comodín del “alarmismo” de los que han puesto el grito en el cielo por este asunto. No sé ustedes, pero yo me fío más de la gente que trabaja en la residencia que de un político de Zaragoza… Llámenme desconfiado.

Además, si todo está garantizado, ¿por qué se ha emplazado a las mujeres embarazadas que encabezan esta protesta a una reunión de urgencia con responsables del departamento de Sanidad mañana lunes? Supongo que será para tranquilizarlas y decirles que todo son (ahora sí) “bulos” de la oposición y los sindicatos. A ver, señor Bancalero, el problema ya no es si se podrá dar a luz en Teruel en agosto o no, el problema es que desde octubre (repito, octubre) se está avisando de que esto iba a pasar. Y aquí nadie ha movido un dedo.

Tampoco iba a fallar la especialidad de otorrino y, fíjese por dónde, me cuentan que de lunes a jueves imposible que te vea nadie, porque la única doctora no puede desdoblarse y estar en consulta y en quirófano al mismo tiempo. 

Lo bueno (y malo para ustedes que nos gobiernan) de Teruel es que es muy fácil rebatirlos. Pregunte, no a sus asesores sino a los profesionales y pacientes, y tendrá una radiografía precisa de la situación. Así de sencillo.

La falta de médicos es un mal endémico que afecta especialmente a las zonas despobladas. No hay doctores para cubrir las bajas y los sueldos son irrisorios. Para colmo, la ministra de Sanidad, Mónica García, decide apretarles un poco más impidiéndoles que pasen consulta en la privada si están en la pública. Y lo más importante: no habilita más plazas MIR para poder contratar a más especialistas. ¿Por qué? Lo desconozco, pero seguro que tiene una excusa digna de analizar. 

Lo que más me jode (y perdón por la grosería) es que mientras asistimos al desmoronamiento de la tan cacareada Sanidad Pública, oímos cómo algunos se lo llevan a manos llenas. O cómo regalamos millonadas a clases de agricultura inclusiva en Kenia. Nos cuesta muchísimo ganarnos el sueldo, nos resignamos a que se nos lleve la mitad en impuestos y, si me apuran, incluso toleramos cierto grado de corrupción… Pero con la salud no se juega, señorías.