

No hace nada que participé en un debate sobre las supuestas bondades del medio rural, como alternativa a la frenética sociedad urbana de nuestros días. Frente a esas voces que ensalzan las ventajas de vivir en conexión próxima con el campo, expuse mis reticencias al respecto. Y soy de pueblo.
Acaba de conocerse el borrador del mapa concesional de transporte público por autobus y el llamado Corredor 12 (qué curiosa es la nomenclatura de algunas cosas de la administración), que afecta a las relaciones de Teruel con Madrid, Valencia y Cuenca, adelanta la supresión de paradas en 54 pueblos turolenses. Así, quien, por ejemplo, quiera venir desde Madrid o viajar a la capital del Estado desde aquí, solo podrá subir a un autobús en Teruel capital, Monreal del Campo y Venta del Aire, en Albentosa. Ni me quiero referir a la provincia de Guadalajara, que queda prácticamente borrada del mapa. El parámo distópico de Mad Max, vamos.
Bien, pues ya tenemos en marcha otra genial idea para ayudar a todos aquellos que pudieran contemplar un regreso a la naturaleza. Ese regreso lleva implícito disponer de carné de conducir o de un teléfono de servicio de taxi con disponibilidad de 24 horas o contactar, quién sabe, con un servicio de Uber que pudiera existir en la comarca. De lo contrario, atrapado quedas en el idílico entorno y a expensas de alguna alma caritativa que quiera llevarte a alguna de las pocas paradas en servicio.
No hay manera de que se vislumbre una ventaja, una, que incite a sopesar la posibilidad de vivir en el pueblo, más allá de la grandilocuencia que destilan los políticos cuando hablan, siempre en términos generales, de sus estrategias contra la despoblación. Y no quiero olvidarme, por paradójica, de esa tendencia que se extiende entre los más jóvenes de prescindir del carné. Eso será viable en pocos lugares. La libertad de elección sería aún más escasa en el medio rural.
Acaba de conocerse el borrador del mapa concesional de transporte público por autobus y el llamado Corredor 12 (qué curiosa es la nomenclatura de algunas cosas de la administración), que afecta a las relaciones de Teruel con Madrid, Valencia y Cuenca, adelanta la supresión de paradas en 54 pueblos turolenses. Así, quien, por ejemplo, quiera venir desde Madrid o viajar a la capital del Estado desde aquí, solo podrá subir a un autobús en Teruel capital, Monreal del Campo y Venta del Aire, en Albentosa. Ni me quiero referir a la provincia de Guadalajara, que queda prácticamente borrada del mapa. El parámo distópico de Mad Max, vamos.
Bien, pues ya tenemos en marcha otra genial idea para ayudar a todos aquellos que pudieran contemplar un regreso a la naturaleza. Ese regreso lleva implícito disponer de carné de conducir o de un teléfono de servicio de taxi con disponibilidad de 24 horas o contactar, quién sabe, con un servicio de Uber que pudiera existir en la comarca. De lo contrario, atrapado quedas en el idílico entorno y a expensas de alguna alma caritativa que quiera llevarte a alguna de las pocas paradas en servicio.
No hay manera de que se vislumbre una ventaja, una, que incite a sopesar la posibilidad de vivir en el pueblo, más allá de la grandilocuencia que destilan los políticos cuando hablan, siempre en términos generales, de sus estrategias contra la despoblación. Y no quiero olvidarme, por paradójica, de esa tendencia que se extiende entre los más jóvenes de prescindir del carné. Eso será viable en pocos lugares. La libertad de elección sería aún más escasa en el medio rural.