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De la UCI al olvido De la UCI al olvido

De la UCI al olvido

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Javier Silvestre
Vale. De acuerdo. El Torico no puede volver a la columna en su plaza. Porque sólo faltaría que en plena puesta del pañuelico, los vaquilleros encargados de subirse acabasen precipitándose contra la muchedumbre y sea peor el remedio que la enfermedad. Pero, ¿de verdad lo vamos a esconder en el Museo Provincial?

Y sí, digo esconder. Porque, al final, exhibir esa pequeña estatua que todos llevamos en el corazón en la ubicación recomendada por los expertos y avalada por el Ayuntamiento nos aleja de ella. Y, por qué no decirlo, entierra el recuerdo de un accidente que jamás debió suceder. Quizás sea ese el objetivo final, lo desconozco. 

Prima el interés en que la pesada pieza con forma de toro, tras pasar por la UCI, acabe en un retiro aterciopelado donde caiga en el olvido.
 
Es como sacar a un familiar del hospital tras una enfermedad grave y meterlo en la residencia, donde va a estar muy bien cuidado, pero sin recibir el calor de vivir rodeado de sus seres queridos. La verdad es que no sé qué solución se le puede dar. Quizás si nos preguntasen a los turolenses surgiría alguna solución intermedia. Pero yo, desde luego, ni lo expondría en el Museo, ni mucho menos en el Ayuntamiento.

Me gustaría saber que el Torico está a la vista de todo el mundo y no cogiendo polvo en un edificio que el ciudadano, no nos engañemos, no visita con demasiada asiduidad. ¿Qué hay de malo en, por ejemplo, ubicarlo dentro de una hornacina en alguna fachada de la plaza del Torico? Que el nuevo y el viejo Torico se puedan ver las caras. Que podamos disfrutar de ambos e, insisto, no olvidar el accidente que nos dejó boquiabiertos a todos hace tres años. Ya saben que las cicatrices son el recuerdo de las heridas. Son señales en la piel que nos advierten de que algo no hicimos bien. Taparlas sólo sirve para volver a caernos antes o después. Por eso creo que todos tenemos que ver a los dos toricos a simple vista, sin reproches pero conscientes de que lo que ocurrió no puede volver a repetirse jamás. Siempre me sonroja plasmar aquí opiniones tan personales, que seguro muchos calificarán de “burradas" y que desaconsejarán todos los informes técnicos del mundo. Pero, ¡qué narices! Seamos originales: preguntemos a los ciudadanos por una vez (no como en la selección musical de las fiestas donde ya se han confirmado los peores augurios) y gobernemos todos (equipo municipal y oposición) pensando en qué nos gustaría realmente a los turolenses.

Para eso, habría que preguntarnos primero. Pero sin limitar las respuestas. Un proceso abierto y transparente. Si hay 800.000 euros para volver a cambiar las luces de la plaza San Juan, ¿no seremos capaces de encontrar una solución más digna para el Torico con el que hemos crecido durante cinco generaciones?

Sé que tenemos los medios, ahora sólo falta tener la voluntad. Porque hay decisiones que son de todos y ninguna formación política debería de apropiárselas. 

Quién sabe si esta reflexión cae en saco roto o alguien se anima a ponerla encima de la mesa en el próximo pleno del Ayuntamiento. En su mano está, señorías.