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Sofía González Millán
Últimamente me pasan cosas muy curiosas, los cuentos y las historias me persiguen, yo ando encantada, pero es que he recibido un encargo muy especial y no sé cómo gestionarlo. Os cuento, en este pueblo pasan cosas a veces que darían para multitud de historias inspiradas en el realismo mágico. Resulta que una pareja de ingleses ha comprado una de las casas solariegas del pueblo, una casa señorial, completamente amueblada por sus antiguos moradores, todas las estancias (que son muchas) tienen su particularidad especial, las hay con motivos florales, otras tienen referencias náuticas, otras hacen referencia al cielo, por eso encontramos una cuyo protagonista es el sol, otra las estrellas y por supuesto una más dedicada a la luna.

Cada una de ellas tiene objetos referentes a su elemento principal, dibujos, cuadros y ropa de cama. Todo ello les confiere un ambiente único, como si al entrar a cada estancia estuviéramos en un escenario diferente.

Yo solo sabía de estas particularidades por las historias que había oído en el pueblo, pero no había estado en su interior. El día que entré en la casa entendí por qué aquella pareja, que tenía sus orígenes a miles de kilómetros, había elegido esta casa para vivir.

Pero empecemos por la llamada, toda buena historia empieza con una llamada de teléfono, y esta lo es, cuando empezaron a hablar yo no entendía nada, con un acento inglés muy marcado, hablaban un castellano bastante peculiar, pero lo que más me confundía era la rapidez con la que hablaban, como si en sus palabras hubiera una gran urgencia.

Lo que pude llegar a comprender era que querían contratarme como escritora, ahí empezó a interesarme la conversación. Quedamos que nos veríamos al día siguiente en la casa que habían comprado.

Al llegar a la casa me recibieron con cautela (no sabían si iba a aceptar el trabajo), me mostraron todas las estancias y corredores, se respiraba una sensación de energía electrizante, como si todo estuviera deseando contarme su historia.

Esa misma, me comentaron, había sido su sensación al entrar en ella, por eso querían contratarme, para que esa energía estancada pudiera salir de alguna manera, y ellos creían que el mejor modo era a través de las palabras. Nunca había experimentado esa sensación de vida por contar, cada objeto, cada habitación reclamaba mi atención. Pensé que iba a ser un trabajo enorme, la casa era tan grande que iba a llevar meses o incluso años escuchar y transcribir todas las historias.

Acepté de inmediato, no sabía por dónde iba a empezar, solo sabía que tendría que dejar mi mente de lado y guiarme por mi intuición. El encargo era totalmente excitante, pero ¿sería capaz de ser fiel a la reconstrucción de cada historia? ¿tendría libertad para estar el tiempo necesario en la casa, incluso de noche?

Todas las dudas me fueron solventadas en ese mismo momento, ellos no la habitarían hasta que yo hubiera terminado. Querían que la casa estuviera en paz, ellos entendían que este proceso era necesario para poder habitarla con tranquilidad y poder escribir ellos allí sus propias vivencias e historias.  

La emoción me embargaba, les di las gracias y salí al exterior, nunca me había sentido tan viva, tenía por delante el mayor encargo de mi vida. Todavía no sabía qué querrían hacer con todas las historias que iban a surgir, lo que yo tenía claro era que tenían que salir a la luz, como una forma de catarsis de la casa, para poder albergar nuevas historias con la pareja recién llegada.  

Así que aquí estoy, preparándome para comenzar este nuevo trabajo, comprando cuadernos y bolis en grandes cantidades, porque tengo la sensación de que esta transcripción ha de ser hecha a mano, la energía que se siente en esa casa creo que freiría cualquier objeto electrónico.

Como podéis imaginar este es solo un cuento, ya sabéis que me gusta jugar con las ideas y las palabras. Os quería comentar que este es mi último artículo en el diario, hay nuevos proyectos a los que necesito poner toda mi energía.

Ha sido una experiencia inolvidable compartir con vosotros tantas vivencias. En cualquier lugar podemos ser nuestra mejor versión y alcanzar todo lo que nos propongamos, este ha sido mi mayor aprendizaje. Un abrazo a todos y gracias por vuestra compañía.