Casado, el líder del PP, le dice a Sánchez, el presidente, que llegó al poder con una moción de censura basada en una mentira, que comete atropellos legales y que pretende liquidar la separación de poderes y el sistema constitucional, además de acusarle de defender a batasunos, independentistas y bolivarianos.
Sánchez, el líder del PSOE, le dice a Casado, el jefe de la oposición, que ya está otra vez con sus insultos y provocaciones y que ya vale de hablar de corrupción, porque de eso en el PP saben un rato.
Casado Blanco menta los ERE, los líos de los ministros y le acusa de tener una doble vara de medir con las comunidades. Si son azules, leña al mono; si son rojas, aquí no pasa nada. Y le llama mentiroso por las cifras de muertos del Covid.
Un diputado sin identificar grita: ¡gamberro!
Sánchez Pérez-Castejón le responde a Casado que no va a entrar en provocaciones, pero a los dos segundos ya lo ha hecho. Le llama líder de un partido antisistema que no cumple la Constitución y que solo se dedica a encabronar.
La presidenta del Congreso pide silencio en la sala.
Abascal Conde, el jefe de la ultraderecha, le dice a Sánchez, el presidente, que es un mentiroso, que miente y remiente y vuelve a rementir y que Iglesias, su vicepresidente, es el mismo demonio. Hasta afirma que el Gobierno está dando un golpe de Estado. Pero vamos, que eso lo van a arreglar ellos con una moción de censura.
El señor presidente del Gobierno dice que el PP y Vox son lo mismo y que Abascal Conde no es muy demócrata que digamos, porque quiere ilegalizar medios de comunicación, partidos y a la mitad de los españoles. Y le recuerda que en esa cámara, en el Congreso, llegó a blanquear la dictadura de Franco Bahamonde.
Se oyen protestas y rumores y aplausos.
Abascal Conde le pide a Sánchez que se vaya, como en su día hizo Aznar con González.
Y todo esto pasa en una sesión de control al Gobierno. Ni un solo mensaje constructivo, ni una sola propuesta para ayudar a arreglar el desaguisado del Covid. ¿De verdad no se cansan sus señorías?