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Desgracias Desgracias
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Juan Corellano

Dicen que las desgracias siempre llegan de tres en tres, pero yo ya he perdido la cuenta. Tras el paso de la borrasca Filomena y el repunte de la pandemia, mucha gente se acuerda ahora de este lugar común, como esperando a que llegue la tercera y definitiva bofetada. 

Lo cierto es que esta premonición de una nueva e inminente desgracia tiene el mismo fundamento que todas las esperanzas que depositamos en el 2021. Personalmente, esta especie de refrán me genera demasiadas dudas que no alcanzo a responder: ¿Por qué parar en tres cuando la vida ya nos ha demostrado su capacidad para producir adversidades a granel? ¿Qué computa como desgracia? ¿Cuándo prescriben?

La gratuidad de estos malos augurios me recuerdan cantidad a la funesta leyenda que acompañaba al futbolista galés Aaron Ramsey, a quien se le acusó durante años de poco menos que matar a famosos con sus goles. Supuestamente, cuando este muchacho marcaba, inmediatamente fenecía algún personaje mundialmente conocido. A veces gente de fama algo más local, todo dependía de cómo fuera la cosecha ese día. Quién sabe si Dios también dotó de este superpoder a Julien Faubert y este prefirió utilizarlo para el bien, sacrificando su carrera y olfato goleador en favor de la vida de unos cuantos famosos. Los grandes héroes siempre permanecen en las sombras. 

Vengan en un económico pack de tres o de una en una, lo cierto es que vamos servidos de desgracias para todo el año y llevamos menos de un mes. La semana pasada escribí en estas páginas sobre cómo Madrid había acaparado toda la atención sobre Filomena y a día de hoy seguimos igual. Almeida ha salido a pedir todo el dinero del mundo en compensación por los estragos con el grito de “esto es una catastrofe”, puro estilo Richard Widmark. 

El Gobierno anda a la gresca con las comunidades autónomas por los toques de queda, como unos padres que discuten con sus hijos adolescentes para ver hasta qué hora les dejan salir de parranda. “Vamos a llamar a los padres de Castilla y León, a ver si es verdad que le dejan hasta las ocho”, se escuchó durante las negociaciones. Por si acaso, yo me voy a quedar voluntariamente en casa para evitar desgracias, no vaya a ser verdad lo de que vienen de tres en tres.