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Juan Corellano

La codicia no tiene fin y tampoco el presuntamente fallido plan para formar una Superliga Europea de fútbol. De los doce equipos que la promulgaron quedan tres: Real Madrid, FC Barcelona y Juventus. Este trío de conveniencia no da por muerto su invento. Tampoco la UEFA, que coquetea con abrir una batalla judicial contra los desertores que aún quedan con vida, los cuales ya han prometido pelear de vuelta.

“O modernizamos el fútbol, o asistiremos a su inevitable ruina”. Así acababa el último comunicado  de estos equipos. Una frase de la que no solo transpira su insistencia en autoerigirse como salvadores del fútbol, sino también paternalismo, fruto del convencimiento de que este deporte pertenece en exclusividad a esa reducida élite de la que forman parte.

Resulta comprensible, no obstante, esta certidumbre, pues durante años, con la inestimable ayuda de federaciones, ligas, FIFA y esa UEFA que ahora tanto desdeñan, han conseguido retorcer el reparto lo suficiente como para hacerse dueños del fútbol mundial. Pero el reinado de facto ya resulta insuficiente, pues reclaman ahora corona y trono feudal, dejando al antojo de sus solidarias limosnas el futuro de la plebe.

Con un rizo engominado emplastado en su frente, prometen salvar al mundo entero de todos sus males, reconociendo que hay vida más allá de las paredes de sus palacios. Evidencian así, al menos de forma indirecta, que en sus partidos hay otro equipo enfrente, que las gradas de los estadios ajenos también las pueblan seres humanos y que sus plantillas, directivas y cuerpos técnicos están integradas por personas que ellos no formaron y que han enriquecido su institución con nuevas formas de ver y entender este deporte.

En definitiva, aún desde el cegador ojo del huracán de su egocentrismo, con sus manifiestos de rescate y su intención de repartir limosna demuestran ser conscientes de pertenecer a un ecosistema del que se nutren y dependen para subsistir. Omiten  la respuesta a una pregunta importante. Siendo ellos mismos los que llevan años gestionando la mayoría de los recursos generados por el fútbol, ¿por qué han permitido que este deporte llegue a vivir en tan penosas condiciones?

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