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La rodilla La rodilla
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Juan Corellano

Dicen que el aleteo de una mariposa puede causar un huracán en el otro extremo del mundo. Algo así podría explicar el temporal político que se ha gestado esta semana, aunque habrá quien diga que sus protagonistas, más que mariposas, serían crisálidas en tempranos periodos de gestación. 

De una murciana moción de censura se llegó a Madrid, por ende a España, e incluso de rebote, como un codazo inesperado en una pelea de bar, le ha caído a nuestra provincia. “Yo no me puedo quedar de brazos cruzados viendo como la primera economía de España se queda atascada en un vaivén de pactos de yo te di en Teruel, tú en Huesca… ¿esto qué es? Al final, la Comunidad de Madrid es mucho más que esto”, decía la presidenta popular madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en una entrevista a Telecinco.  

Como turolense residente en Madrid, Díaz Ayuso me tiene desubicado. Porque yo había entendido, tras sus últimos postulados, que Madrid era España dentro de España, pero ahora resulta que tampoco. Quizás la capital trascienda incluso las fronteras de su propio país, pues últimamente salgo y veo las calles llenas de jóvenes madrileños que revelan en sus ebrios bramidos un sospechoso acento francés. 

Será una de esas desesperadas operaciones para salvar nuestro turismo, digo yo. Esas por cuyas normas resulta imposible coger el coche para ver a mi familia, al tiempo que se pueden fletar aviones repletos de muchachada extranjera dispuesta a llenar nuestros bares y apartamentos turísticos. 

Al final, parece que el PP se salvará en Murcia gracias a la inestimable colaboración de tres miembros de Ciudadanos, esos que a mediados de semana promulgaron esta moción que ahora rechazarán, a los que ya han garantizado una silla en el Gobierno. En Madrid, en esta oda a la improvisación en la que se ha convertido la España política, serán los tribunales los encargados de revisar la ‘foto finish’ y dirimir si prevalecen las mociones de censura presentadas o la convocatoria anticipada de elecciones de Ayuso.

Entre tanta incertidumbre, lo único seguro es que este paso en falso ha constituido el definitivo suicidio político de Ciudadanos. Ya me imagino a Rivera y compañía como aquel tipo del bar que se acerca para contarte su paso por la cantera del Real Madrid: “Chaval, que yo iba para Presidente. Lo que pasa es que me jodí la rodilla”.