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Un lunes más Un lunes más
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Juan Corellano

Nadie quiere al lunes. Es un hecho. Es más, dudo que el propio lunes se quiera a sí mismo. Es un día sin amor propio ni ajeno. 
Un día falto de cariño al que nadie echaría en falta. Porque un día es un día, y el lunes es el peor de ellos. Eso está claro. 
El lunes es la pesada piedra y tú Sísifo, ese pobre inocente que la sube cuesta arriba. 
Empujas sabiendo que la próxima semana tendrás que volver eslomarte para auparla hasta la cima.
Pero también es verdad que dentro de un año hay lunes y lunes, y concretamente había uno, el de hoy, que dolía un poco menos del resto. En cambio, este año duele más que ninguno. Hoy debería ser el lunes de Vaquilla, pero no lo es. 
Hoy no es ese día en el que deseas que el tiempo se congele y las horas pasen lentas, esperando que nunca llegue la traca final. 
Porque después de los petardos le quitan el pañuelo al toro, el contador se pone a cero, y otra vez a esperar. 
Hoy debería ser ese lunes reflexivo de recapitulación. Primero con uno mismo al despertar y esas necesarias penitencias: que si no puede ser, que si mira que este año había dicho que iba más tranquilo, que si me tengo que dejar la tarjeta de crédito en casa porque verás el susto… 
Después, de peregrino y acalorado debate con los amigos: que si este año menos gente y al que viene a la playa, que macarrones para cenar por qué si nunca salen buenos y no le gustan a nadie, que si tú hiciste aquello y aquel lo otro, pero ninguno se acuerda…
Hoy no es el lunes de esos quehaceres, sino más bien todo lo contrario. Hoy esperamos que el día pase rápido, sin miedo a la traca, pues el contador de espera para 2021 ya está en marcha desde hace días. 
Reflexionamos lo justo, porque en estos casos es mejor no pensar demasiado. Debatimos sobre nada, porque nada ha pasado. 
Empujamos la piedra aunque este año pese más y vaya a caer loma abajo como todos. 
Nadie quiere al lunes. Hoy aún menos si cabe.