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El reto de la aviación verde  con el combustible sostenible (SAF) El reto de la aviación verde  con el combustible sostenible (SAF)
Los biocombustibles, una respuesta a la sostenibilidad en la aviación Fuente: U.S. Department of Energy

El reto de la aviación verde con el combustible sostenible (SAF)

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Alejandro Ibrahim

La aviación nos ha permitido una de las mayores conquistas del ser humano: la posibilidad de conectar países, culturas y personas en cuestión de horas. Sin embargo, esa misma capacidad para unir el mundo conlleva un coste ambiental producido por la necesidad de generar potencia con suficiente energía que nos permita volar. Hoy, los aviones comerciales son responsables de cerca del 2,5% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂), y su contribución al cambio climático sigue creciendo, a pesar de que cada generación nueva de aeronaves es más eficiente. En este escenario, el sector busca soluciones urgentes para reducir sus emisiones. Una de las más prometedoras -y también más debatidas- es el uso de combustibles sostenibles de aviación, conocidos como SAF (Sustainable Aviation Fuels).

Pero, ¿en qué consisten exactamente estos combustibles sostenibles? ¿Son realmente la clave para una aviación más verde o estamos ante una solución que suena mejor de lo que funciona? Vamos a desglosarlo y ponerlo en contexto.

¿Qué son los SAF?

A diferencia del queroseno convencional, derivado del petróleo, los SAF se producen a partir de materias primas renovables o recicladas. Esto puede incluir aceites usados de cocina, residuos agrícolas, madera, algas, e incluso dióxido de carbono capturado directamente del aire. Una de sus mayores ventajas es que pueden utilizarse en los aviones actuales sin necesidad de modificar los motores ni la infraestructura de los aeropuertos. Es decir, su aplicación no requiere cambios en las aeronaves ni en los aeropuertos por lo que apunta a una solución a corto plazo.

Además, los SAF tienen el potencial de reducir hasta un 80% de las emisiones netas de CO₂ a lo largo de su ciclo de vida, en comparación con los combustibles fósiles. Esto no solo se debe a su origen más limpio, sino también a que parte del carbono que emiten al quemarse ya estaba en circulación (por ejemplo, en residuos vegetales), a diferencia del carbono fósil que se libera del subsuelo.

¿Por qué no se usan ya de forma masiva?

La gran pregunta es: si son tan buenos, ¿por qué no los estamos usando a gran escala? La respuesta tiene varios matices. En primer lugar, la producción actual de SAF es muy limitada: representa menos del 1% del combustible utilizado en la aviación mundial. Y no es por falta de interés, sino por cuestiones de coste, escala y disponibilidad de materias primas sostenibles.

Producir SAF es, hoy por hoy, entre 3 y 5 veces más caro que fabricar queroseno tradicional. Además, muchas de las tecnologías necesarias para su producción aún están en fase de desarrollo o expansión. Por si fuera poco, hay una competencia creciente por los recursos: los residuos agrícolas, por ejemplo, también se utilizan para generar biogás, fertilizantes o electricidad.

¿Qué se está haciendo para impulsar su uso?

Pese a estos desafíos, hay un fuerte impulso internacional para que los SAF pasen de ser una promesa a una realidad. La Unión Europea ha aprobado el reglamento RefuelEU Aviation, que obliga a las aerolíneas a incorporar un porcentaje creciente de SAF en sus vuelos: un 2% en 2025, 6% en 2030 y hasta un 70% en 2050.

En paralelo, fabricantes como Airbus y Boeing están desarrollando aviones compatibles al 100% con SAF, y aerolíneas como KLM, Lufthansa o Iberia ya han realizado vuelos de prueba usando estos combustibles. Incluso empresas energéticas están invirtiendo en refinerías de biocombustibles en España, viendo una oportunidad estratégica en el futuro de la movilidad aérea.

¿Puede España jugar un papel clave?

España podría ser un actor destacado en esta transición. Cuenta con abundantes recursos agrícolas, experiencia en energías renovables y un ecosistema aeronáutico e industrial consolidado. Además, su situación geográfica la convierte en un hub natural para el tráfico aéreo entre Europa, América y África. Apostar por el desarrollo de SAF no solo contribuiría a la sostenibilidad del sector, sino también a la creación de empleo verde e innovación tecnológica.

¿Es el SAF la solución definitiva?

Los combustibles sostenibles son una parte fundamental del futuro de la aviación, pero no son la única solución ni la más rápida.

Para lograr un cambio real, deben ir acompañados de otras medidas: el rediseño de las rutas aéreas para reducir tiempos de vuelo, la modernización de las aeronaves para hacerlas más eficientes, el impulso a los vuelos eléctricos en trayectos cortos, y, por supuesto, una reflexión sobre transporte aéreo con soluciones HAPS o energía eléctrica.

Además, queda por resolver una cuestión incómoda: ¿quién pagará la factura? Es probable que volar con SAF implique, al menos al principio, un incremento en los precios de los billetes. Y aunque muchos viajeros están dispuestos a pagar un poco más por un viaje más limpio, el equilibrio entre sostenibilidad y accesibilidad será clave para evitar que la aviación se convierta en un lujo verde.

En resumen

El SAF no es una varita mágica, pero tampoco es una ilusión. Es una tecnología con gran potencial, que puede marcar la diferencia si se escala a tiempo, con el apoyo de la industria, los gobiernos y los consumidores. El cielo del futuro no será 100% limpio, pero puede ser mucho más responsable si aprovechamos todas las herramientas a nuestro alcance. Y los combustibles sostenibles, sin duda, están entre las soluciones más importantes.

El hidrógeno será otro capítulo y seguramente le queden décadas de adecuación, diseño y certificaciones en otras nuevas aeronaves, así que de momento sigamos volando, y cada vez con más SAF.