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44 años después... 44 años después...

44 años después...

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Javier Silvestre

Hoy quiero hacer un ejercicio periodístico y sumergirme en la hemeroteca. Van ustedes a alucinar. Se lo garantizo. ¿Me acompañan?

1981. El Gobierno preautonómico de la UCD promete la construcción de una nueva Residencia Sanitaria en nuestra ciudad. Es más, se llega a realizar un acto de colocación de la primera piedra del nuevo hospital en los terrenos que actualmente ocupa Dinópolis (ya hace 44 años que existía esa obsesión por alejar los grandes centros de salud de los núcleos de población). La falta de una estructura autonómica engrasada y la falta de dinero dan al traste con todo el proyecto. Se opta entonces por remodelar el actual Obispo Polanco: una obra que llega a calificarse como “un enorme despilfarro" y que acaba costando más que haber levantado un hospital nuevo.

2005. El entonces presidente aragonés, Marcelino Iglesias (PSOE), retoma una promesa aparcada durante 14 años. Se adjudica la redacción del proyecto del nuevo hospital por 975.000 euros, pero acaba siendo un auténtico desastre para sorpresa de nadie. El edificio a construir no cumple los requisitos mínimos para poder atender los tratamientos médicos con fluidez, además se decide cambiar la ubicación a los terrenos de Planizar (donde se ha levantado el actual) y tiene que venir un catedrático en geología para avisar de la inestabilidad del terreno y de los problemas sísmicos de la zona. Se tiene que rehacer todo el proyecto varias veces y la crisis económica -que Zapatero se negaba a admitir- acaba dando al traste con este segundo intento. Para colmo, hay que indemnizar a la empresa adjudicataria por rescindir el contrato de forma unilateral con más de 3 millones de euros. La incompetencia de Marcelino (y la cabezonería de su sucesora) nos cuesta 4,3 milloncitos para no poner ni un ladrillo. Tela marinera.

2011. Cuando Luisa Fernanda Rudi (PP) llega al poder hereda el proyecto de Marcelino que, como hemos visto, hace aguas por todas partes. Es ella la que, tras varios retoques para cumplir con la normativa sísmica y de seguridad, acaba adjudicando la obra en un más que cuestionable intento de no deshacer lo que ya se había avanzado en la anterior legislatura socialista. Nadie parece darse cuenta en Zaragoza (oh, sorpresa) de que era descabellado darle luz verde a semejante esperpento hospitalario. La consecuencia es la que ya he comentado antes: rescisión del contrato a la empresa adjudicataria y la consiguiente indemnización millonaria. Rudi remata el desastre de Marcelino en vez de hacer borrón y cuenta nueva. Herencia envenenada que entierra de nuevo el proyecto de forma definitiva en 2014.

2018. Es Javier Lambán (PSOE) el que coge el toro por los cuernos y entre 2016 y 2017 decide empezar de cero con el nuevo hospital. Los terrenos están decididos ya, pero se redacta un nuevo proyecto totalmente diferente en el que se subsanan los problemas funcionales, geotécnicos y sísmicos. Las obras empiezan, por fin, en 2019 con un presupuesto inicial de 103 millones de euros. Pero ese gafe turolense hace que la pandemia deje tocada toda la infraestructura y que se acumulen los retrasos, sobrecostes e incluso la renuncia de alguna empresa adjudicataria. Pese a todo, el proyecto sigue adelante y, esta vez sí, todos parecen remar en la misma dirección. El PSOE invierte unos 60 millones en levantar el edificio y el PP de Azcón otros tantos en convertirlo en un hospital dotado de las infraestructuras necesarias. Teruel Existe consigue rascar el tan necesario búnker para los tratamientos de radioterapia y 55 habitaciones individuales. Pese a la narrativa para apuntarse el tanto, las diversas formaciones políticas del parlamento aragonés intentan que el nuevo hospital sea una realidad y deje de ser una odisea. Y, para mí, la mejor noticia, el hospital contará con la puesta en marcha del grado de medicina en Teruel que lo nutrirá de los tan escasos (y esquivos) facultativos.

44 años han hecho falta. Media vida. No sé yo si verán mis ojos una cosa igual en lo que me queda. O sí, vaya usted a saber.