Síguenos
Dudacionistas Dudacionistas

Dudacionistas

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Estupefacto me he quedado al ver cómo una buena amiga compartía en sus redes sociales unas fotografías que probarían, supuestamente, que las fotos que la Nasa ha hecho en Marte fueron tomadas, en realidad, de la isla de Devon (Canadá), donde hay una base de entrenamiento de astronautas. Es decir, a tenor de estas sólidas pruebas (falsas a todas luces tras una rápida búsqueda en Google), no hemos llegado jamás al planeta rojo y hemos sido engañados una vez más. Igual que con las misiones a la Luna, el asesinato de Kennedy o el mismísimo origen de la Covid-19. 

Como ser negacionista está mal visto últimamente, mejor declararse abiertamente dudacionista. Un término que permite dudar de todo cuanto nos rodea pero sin tener que demostrar nada en realidad. Así que el que antaño fuera el “sano arte de dudar” (cimiento indiscutible del periodismo y de la propia evolución humana) ha pasado a ser una forma de darnos la razón dejando de lado cualquier argumento que nos lleve la contraria.

El dudacionismo ha venido para quedarse porque es lo más cómodo para no tener que cuestionarnos nada. E Internet refuerza cualquier teoría de la duda que podamos albergar gracias a las toneladas de basura informativa que se acumulan en la red. Siempre hay una mano negra detrás de todo, una gran manipulación informativa orquestada, un poder en la sombra que mueve los hilos... La realidad se empeña en quitarnos la razón pero los dudacionistas somos más listos y vemos lo que los demás no ven.

Desde hace muchos años defiendo que los políticos se equivocan al pensar que los periodistas siempre escribimos las cosas con una doble intencionalidad. También creo que los políticos no siempre hacen todo de forma maquiavélica. En ambos casos sería dotarnos (y dotarles a ellos) de una inteligencia y una astucia de la que carecemos mayoritariamente. Como sociedad, nos estamos convirtiendo en Fox Mulder y hemos preferido amordazar a la siempre empírica Dana Scully. Porque la verdad está ahí fuera y si esta “verdad” no es la mía, entonces, simplemente, es que no es “la auténtica verdad”. 

Así que cuando vemos cómo se acosa a un político o se ataca la sede de un partido confeccionamos nuestra propia verdad y ponemos en marcha el dudacionismo para que esa realidad no choque contra nuestra forma de ver el mundo. Mientras unos piensan que todo es un montaje, otros quieren creer que la extrema derecha se ha adueñado de las calles. Y aunque ni una cosa, ni la otra, para qué buscar un punto medio pudiendo colocarnos en un extremo. 

Si usted es -como yo- amante de las teorías de la conspiración, seguro que está pensando en los atentados de falsa bandera y cómo, durante los últimos siglos, ha habido grandes movimientos en la sombra que han cambiado el curso de la Historia, como el hundimiento del acorazado Maine que desencadenó la guerra de Cuba. Se aferrará a probadas manipulaciones informativas, como la cobertura de la CNN de la primera Guerra del Golfo. Me tirará en cara siniestros envenenamientos a opositores soviéticos para acallar voces. Y tendrá razón al afirmar que dudar ha permitido, en más de una ocasión, destapar grandes escándalos mundiales.

Pero dudar implica cuestionarse a uno mismo y aceptar que nos podemos equivocar. Por eso el dudacionismo es peligroso. Porque cuestiona la versión del otro con argumentos basados en fake news que consolidan una realidad que no es del todo real. Es una espiral para darnos la razón que nos está polarizando cada día más y que aprovechan los ideólogos políticos para mermar nuestra capacidad crítica tan imprescindible en la era de la desinformación. Duden, pero con humildad, porque con Mulder no acabó bien la cosa...