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N-420 / N-211 N-420 / N-211

N-420 / N-211

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Javier Silvestre

Después de cuatro años, por fin he vuelto a mi segunda casa: Alcañiz. Hacía mucho tiempo que no cogía la N-420 y la N-211 rumbo a la ciudad de mis abuelos. Y el estado del firme en muchos tramos evidencia lo que es una realidad histórica que sigue perpetuándose en el tiempo... Y es que Teruel y Alcañiz siguen viviendo de espaldas, la una de la otra.

Cierto es que los más de 160 kilómetros que separan a los dos municipios más poblados de la provincia no ayudan a que esta relación sea demasiado fluida. Y quizás por eso deberíamos esforzarnos en mejorar no sólo las comunicaciones sino también las relaciones institucionales y vecinales.

A su manera, Alcañiz y Teruel luchan por sobrevivir en un momento marcado por la despoblación y la dejadez institucional. Nos aquejan los mismos males: falta de una buena red de comunicaciones, un deficiente servicio sanitario, el nulo apoyo al sector empresarial que trata de salir adelante en su tierra… Nos unen muchas más cosas, aunque sean carencias, de las que nos separan.

Antiguamente, los trámites administrativos de muchos alcañizanos tenían que realizarse en Teruel capital. Con la llegada de la Administración telemática, ya ni eso.

Es raro encontrar a gente en Alcañiz que haya ido a Teruel en los últimos años… y viceversa. Los que somos (y nos sentimos) de ambas ciudades experimentamos una bipolaridad extraña en la que siempre tratas de defender a la otra parte. Y el mantra siempre es el mismo: en Alcañiz critican la capitalidad de Teruel con aire de superioridad, mientras en la capital ignoramos por completo lo que les pasa a nuestros vecinos del Bajo Aragón.

Es cierto que, desde que tengo uso de razón, las cosas han cambiado mucho en ambas ciudades. Si bien Teruel ha experimentado (a mi entender) una clara mejora urbanística, económica y turística en las tres últimas décadas, en Alcañiz ha pasado todo lo contrario. Sin ánimo de ofender a los siempre orgullosos alcañizanos, la ciudad presenta una imagen preocupante en comparación con años atrás.

Casas derruidas en el centro, calles antaño comerciales con todas las persianas bajadas y una pérdida del empuje social del que siempre han hecho gala en Alcañiz. Menos mal que la capital del Bajo Aragón tiene en sus vecinos su mayor fortaleza. A pocos turolenses conozco yo que tengan la pasión por su ciudad que tienen los alcañizanos. Pero hay veces que con eso sólo no basta.

Rememos juntos para salir adelante. Rivalicemos de forma sana y constructiva. Aprendamos de los errores del vecino y copiemos los aciertos aparcando el orgullo. Establezcamos líneas de colaboración desde las administraciones locales y desde las asociaciones vecinales. Y viajemos. Visitemos a nuestros hermanos de provincia y dejemos de darnos la espalda para empezar a darnos la mano. Teruel sin Alcañiz no sería lo que es, y Alcañiz sin Teruel, tampoco.

Reasfaltemos la N-420 y la N-211 y usémoslas a menudo. Que el mal estado del firme se deba al desgaste y no a la dejadez.