Síguenos
Postureo 'post mortem' Postureo 'post mortem'

Postureo 'post mortem'

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Yo no era amigo de Mila Ximénez. Ni tan siquiera era un simple conocido. Y eso que habíamos coincidido muchas veces en los pasillos, nos habíamos intercambiado un rápido ‘hasta luego’ mientras ella fumaba con otros compañeros a escondidas en las puertas del plató de Sálvame o habíamos compartido espacio, cada uno en su mesa y con su respectiva gente, en la televisiva terraza de La Muralla, a las puertas de Mediaset.

Es más, creo que no tengo ninguna instantánea con ella. Simplemente porque no hemos asistido jamás a una fiesta en común o porque cuando he llevado a algún conocido a la tele siempre he sido yo el que tiraba la foto. Es una lástima, porque si hubiera tenido alguna prueba gráfica de mi proximidad a la tertuliana, podría haber ingresado en ese selecto club denominado Los amigos de Mila que se ha fundado tras su muerte.

El ingreso en este grupo de elegidos es relativamente fácil. Tener una foto donde compartas espacio físico con la malograda colaboradora y estar muy apenado por su muerte. ¡Ah! Y decir lo amigos que erais y cómo ella te había mostrado su generosidad alguna vez en la vida. En algunos casos incluso he visto gente que se ha incluido en el club con una foto robada de internet, porque les producía dolor compartir momentos más íntimos que vivieron con Mila. Y les digo una cosa: si a mí se me muere un amigo íntimo y decido rendirle un homenaje en las redes sociales (cosa que daría para otra columna), les garantizo que tengo más de un centenar de fotos donde se evidencia que realmente era alguien muy cercano a mí. Sólo hay que repasar las publicaciones de muchos @tv para ver que algo falla. Fotos recortadas, retocadas y redimensionadas para demostrar a los cuatro vientos que tú también estás destrozado por la muerte de la que consideras una “gran amiga”. Una amistad de Photoshop más bien.

Mila Ximénez tenía bastantes amigos en la tele e incontables conocidos. Lamentar públicamente la muerte de la colaboradora de Sálvame es un ejercicio de empatía totalmente comprensible hasta que, para algunos, se convierte en un acto de egolatrismo. Utilizan la muerte de su amiga del alma en un acto de promoción personal sin precedentes. Están tan destrozados que se toman su tiempo en encontrar una foto descatalogada en sus móviles 3G, colocarle a la instantánea unos filtros de belleza y demostrarle a sus seguidores que ellos también están de luto mediante etiquetas como #dolor, #amiga, #missyou y cutreces semejantes. Buscan el pésame fácil y no suben fotos desde el tanatorio, porque, en realidad, nadie les ha dado vela en este entierro.

Los amigos de Mila, la gente que tenía de verdad relación con ella, aquellos que han estado ahí cuando recibió la peor noticia de su vida saben quiénes son. Muchos de ellos también han subido algún recuerdo para despedir a su amiga. No se han subido a ningún carro porque han sido ellos los que han estado tirando del carro junto a su compañera. Yo sé quiénes son y es fácil reconocerlos viendo cómo son las fotos que han subido, en las que rezuma naturalidad y alegría.

Además los he visto junto a ella en un sin fin de ocasiones. Fuera de los pasillos de la tele, lejos del plató de Sálvame, con un buen copazo en una mano y un cigarro en la otra pese al susto que todos llevaban encima. Son esos momentos, sin fotos de por medio, los que tanto Mila, como todos nosotros, nos llevaremos como gratos recuerdos a la tumba. El resto, se queda en un evidente y bochornoso postureo post mortem.