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Radio Televisión ‘Espantosa’ Radio Televisión ‘Espantosa’

Radio Televisión ‘Espantosa’

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Javier Silvestre

El título de este artículo parafrasea a Rosa María Mateo, administradora única de RTVE desde julio de 2018, la cual, durante una de sus comparecencias ante el Senado se refirió al ente que gobierna como “Radio Televisión Espantosa” (sic). Y viendo la retransmisión de las Campanadas de este año, hay que darle la razón. Porque fue realmente espantosa.

Más allá de banderas gigantes y floreros de atrezzo, técnicamente fue un desastre. Y no hablo de Anne Igartiburu, ni de Ana Obregón. Ellas fueron lo único que mereció la pena en el despropósito televisivo que nos mostraron en la noche del jueves. Y es que, aunque parezca fácil, dar las Campanadas es algo que necesita más trabajo del que se presume a simple vista. Casualmente, un amigo mío ha dirigido este año las Campanadas en otra gran cadena y me decía el otro día, nervioso, que una retransmisión así “sólo puede salir mal”. La suya ha sido de las más aplaudidas precisamente porque mostró lo que en TVE decidieron no enseñar. E insisto, no hablo de la bandera. He leído a algún influencer de la crítica televisiva justificando la “falta de tiempo” que tuvo TVE para adaptarse al homenaje a las víctimas de la Covid-19 que organizó el Ayuntamiento de Madrid y que comunicó con sólo 48 horas de antelación. Es cierto que en Torrespaña parece haber un vórtice temporal diferente al del resto del planeta, pero tanto en Antena 3 como en Telemadrid se adaptaron perfectamente a la señal institucional y gratuita ofrecida por el consistorio madrileño. Así que la falta de tiempo no puede servir de excusa por mucho que los predicadores de lo televisivamente-correcto insistan en ello. Es normal que se equivoquen porque jamás han trabajado dentro de un medio sobre el que sientan cátedra a diario.

Que la actuación de Nacho Cano haya acumulado más de medio millón de visitas en pocas horas demuestra que TVE se equivocó no emitiéndola íntegramente. Quizás alguien en la cadena pública tenía miedo a no controlar lo que se iba a mostrar a los millones de españoles que verían las Campanadas, como es tradicional, en La 1. Prefirieron improvisar, meter vídeos a destiempo y pisarlos con el directo, retomarlos después convirtiendo el guión en algo caótico y, lo más grave, desaprovechar la fuerza que suponía la reaparición de Ana Obregón ante las cámaras en un año trágico para ella y para miles de españoles.  Lo más extraño fue la falta de planos donde se viese que la plaza estaba vacía, cuando ésa era la imagen que un profesional de la televisión debía mostrar a la audiencia. Era como retransmitir un partido de fútbol y enfocar a las gradas. Pero la retransmisión se convirtió en un complicado ejercicio de esquivos constantes a todo lo que no estuviese controlado y supervisado previamente por los responsables de TVE. Como si de la CCTV china se tratase, se hicieron malabares para no mostrar la realidad de lo que ocurría en la Puerta del Sol. Y aquí sí, incluyo a la bandera.

En este 2020 no nos han dejado en paz ni para comernos las uvas. Ni los que ponen la bandera, ni los que dan órdenes para evitar que la veamos a toda costa. Y lo hacen aún a riesgo de cargarse la retransmisión más vista del año. Pero lo importante, está claro, no somos nosotros los ciudadanos que nos aferramos a doce uvas para dejar atrás el peor año de nuestras vidas, sino ellos: los que con nuestro dinero y nuestros medios deciden ya incluso lo que podemos ver y lo que no.

Al final, lo menos espantoso de estas Campanadas resultó ser el traje de la Pedroche. Esto promete.