Síguenos
Un nuevo 15-M Un nuevo 15-M

Un nuevo 15-M

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

“De la droga se sale, de Madrid no”. Es uno de los memes que ha circulado por las redes sociales durante estos días de caos normativo y machetazo político. Menos mal que el ciudadano se lo toma con relativo humor porque hay motivos para dar un golpe ciudadano y asaltar las instituciones. Pero ahora un nuevo 15-M ya no interesa porque tan sólo está en juego nuestra salud y eso, ha quedado demostrado, es a todas luces secundario.

Recuerdo haber estado en Sol durante aquellos días de mayo de 2011. Iba mucho porque vivía a escasos 150 metros, en la plaza de Callao. Nos enzarzábamos en debates interminables y animados con gente de todo credo y condición hasta las tantas de la mañana. Cada uno con puntos de vista totalmente opuestos pero con un asidero común: el hartazgo contra la clase política en general. 

Por aquel entonces trabajaba en Punto Radio y desde la cadena se veía aquello como una cosa de cuatro perroflautas. Pero insistí hasta que me dejaron hacer un directo desde allí. Supongo que otros periodistas harían lo mismo, encontrando más o menos resistencia. Los medios no estaban acostumbrados a que los ciudadanos marcasen la agenda política. Y mucho menos que fuese una crítica transversal a todos los partidos existentes, sin importar la ideología.

El tema fue cogiendo fuelle hasta que alguien decidió matarlo reventándolo desde dentro. Los ciudadanos hartos dieron paso a los círculos de indignados subvencionados donde todo se votaba en una falsa democracia dopada desde la base. Recuerdo ir a una asamblea de periodistas que pretendía, nada menos, que refundar las bases de este viejo oficio. Aguanté unos diez minutos... Allí no había ni un periodista en activo excepto servidor y otra chica que fuimos literalmente ninguneados cuando expusimos algo tan simple como el funcionamiento empresarial de los medios desde dentro y la imposibilidad de llevar a cabo un asalto a los mass media como proponían -con más literatura que atisbos de realidad- los voceros de esa asamblea amateur.

Total, que el 15-M acabó como acabó. Con una guerra sucia informativa entre los que secuestraron la voz de los millones de españoles indignados y los que se habían dedicado a enviar hordas de gentuza de la peor calaña para convertir ese asentamiento en algo parecido a un campo de refugiados. Y lo más importante, sentó las bases para reabrir una confrontación social ya superada pero que permitiría obtener réditos políticos a medio plazo a unos cuantos.

Nueve años después ha llegado una pandemia mundial para demostrar que estamos mucho peor que lo dejamos. Lo grave no es la ineptitud de unos y de otros, sino la defensa a ultranza que hacen muchos ciudadanos de lo bien que lo hace su bando y lo vil que es todo lo que hace el contrario. Hemos dejado que aniquilen nuestro juicio de valor para convertirnos en hooligans a su merced. Somos sus mamporreros ideológicos, los tontos útiles del político de turno.

Aceptamos sin rechistar normas incoherentes, restricciones mal justificadas, incompetencia política absoluta y una gestión infame escudándonos en que los otros son todavía peores. Y así llevamos diez meses: sumisos, aborregados y distraídos. Insultando al vecino que piensa diferente en vez de gritar hasta quedarnos afónicos para que se vayan todos a sus casas tras la gestión más nefasta de la pandemia a nivel mundial (tanto a nivel nacional como autonómico). 

Nos toman por tontos porque les demostramos que lo somos. Pero me niego a que aquello que sentí en las primeras noches de 15-M se apague por completo y confío en el ciudadano indignado más allá del carnet político, en la persona que no tolera ni un minuto más la inutilidad política que nos precipita al abismo del que tendremos que rescatarnos nosotros solitos, otra vez más. De la droga se sale... de la clase política habrá que escapar. ¿Nos ponemos a ello de una vez por todas o esperamos unos cuantos muertos más?