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Juanjo Francisco
La descorazonadora impresión que me traje de una reciente visita a uno de los pueblos con mayor tirón turístico de la provincia de Teruel sobre la escasísima oferta hostelera que presentaba la citada localidad, ha quedado corroborada por las declaraciones realizadas hace nada a este periódico por la patronal. Este tórrido agosto la mayoría de la gente ha huido de las ciudades para buscar sosiego en los pueblos y, tal vez, algo de fresquito. Pues bien, el municipio que visité un sábado en la Sierra de Gúdar estaba absolutamente petado de gente que daba vueltas y más vueltas a las calles, observando el rico patrimonio arquitectónico, de la localidad y apurando la cerveza que, a duras penas, había conseguido comprar en algún bar cuya terraza parecía el metro en hora punta.

Cuando llegó la hora de cenar el asunto se puso serio, imposible. Se acabó así la magia de la tarde de verano en el dichoso pueblo.

Ahora los empresarios las pasan canutas para encontrar personal con el que preparar primero y servir después los platos en los restaurantes y miran de soslayo la proliferación de viviendas de uso turístico que alojan, sí, a la gente, pero sin alimentarla, denuncian lo paradójico que resulta contar con más visitantes y no poder sacar un rendimiento económico acorde. Por eso cuando se habla de éxito de la temporada turística en esta provincia nuestra habría que rascar un poco y conocer qué cuerpo se le ha quedado al turista cuando ha tenido que volver por donde ha venido con el estómago vacío.

Cuidadín con este fenómeno, la debilidad del sector hostelero, porque la gente con pasta quiere dormir bien y comer mejor, combinación indisoluble cuando se aventura uno por el extenso Teruel. Si no se aborda desde las administraciones el reto que supone una hostelería absolutamente colapsada acabaremos siendo un lugar de bellas vistas sin apenas atención al cliente. Una política de ayudas a contrataciones o de compensaciones a empresas en temporada baja podría, tal vez, mitigar el riesgo que afrontan quienes quieren emprender en el sector servicios a sabiendas de que hay tres meses de bonanza y nueve de precipicio.