

Antes de empezar la sesión de mi ordenador la IA que por lo visto ahora maneja también este pequeño portátil ha decidido hacerme una sugerencia: “Haz coincidir tu currículum con las necesidades del puesto”. O similar.
O sea, que si quiero cumplir mi sueño de pilotar un Airbus 320 no tengo más que poner con buena letra y la sintaxis adecuada toda mi experiencia a los mandos de aviones comerciales de gran envergadura sumando los miles de horas de vuelo necesarias (y más) para cubrir el puesto. Y omitir que tengo presbicia y miopía, por supuesto.
Aunque el ejemplo sea exagerado y en las entrevistas todos vendemos algo de humo y fantasía, lo que ya resulta extraordinario es que un bicho que hemos alimentado todos con nuestro saber se atreva a darnos consejos de baja catadura moral y alta eficacia. ¿A quién le importa una gran mentira cuando ya estás en nómina?
De acuerdo, todos hemos utilizado el “Ingles: nivel medio” cuando la realidad es que entramos en pánico con las conversaciones de aeropuerto y no distinguimos un checkin de un chekcout. Pero de ahí a esculpir nuestro historial profesional para que parezca que estamos hechos a medida para un puesto del que tal vez no conozcamos más que las siglas en inglés… Porque esa es otra: ¿alguien sabe deletrear su cargo y a continuación decir cuales son sus funciones en la compañía? ¿Es capaz de encontrar un sinónimo en castellano?
Entre tanto eufemismo no es extraño que nos inciten a soltar una mentirijilla piadosa para colarnos en la empresa con contrato y beneficios sociales. Si hay suerte y la empresa es lo suficientemente grande, podemos pasar una larga temporada (conozco casos de décadas) sumando cestas de Navidad y trienios sin que nadie sepa muy bien qué hacemos en la empresa y ni siquiera nosotros sepamos a qué se dedica la compañía.
Visto así, tal vez no sea tan mala idea alentar a los chavales a que mientan como bellacos para conseguir un empleo, que el inglés, si eso, ya se aprende sobre la marcha y a estas alturas del teatro patrio a nadie le amarga ya una mentira si tiene la dulce recompensa de un buen sueldo en el que, con mucha mucha suerte, a lo mejor hasta ni siquiera tienes que ir a trabajar. Haz coincidir y palante.