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Curiosidades del desembarco de Normandía Curiosidades del desembarco de Normandía

Curiosidades del desembarco de Normandía

Esta semana se han cumplido 80 años del llamado Día D, el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial. El 6 de junio de 1944 desembarcaron en las costas de Normandía (Francia) unos 160.000 soldados canadienses, estadounidenses y británicos que cambiaron el rumbo de la historia e inclinaron la balanza a favor de los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Así que, rindamos homenaje a aquel episodio con algunas curiosidades ocurridas en aquel momento y lugar.

Desde comienzos de 1943, el primer ministro británico, Winston Churchill, y el presidente estadounidense, Franklin D. Roosevelt, planificaban la invasión del continente europeo, entonces ocupado por los alemanes. Pero no fue hasta 1944 cuando se dieron las circunstancias oportunas: los alemanes habían perdido África y los aliados habían dado el salto a Sicilia y desde allí al resto de Italia; además, el Ejército Rojo empujaba con fuerza desde el frente oriental. Se decidió que la mejor opción eran las playas de Normandía, en el noroeste de Francia, y la fecha el 6 de junio.

¿Y por qué esta fecha? La inteligencia francesa bordó su trabajo haciendo creer a Hitler que el desembarco de Normandía era una maniobra de distracción y que el verdadero se produciría en Calais (casi 400 Km. más al norte). Hitler encargó la defensa de la costa francesa a Erwin Rommel, Zorro del Desierto. Rommel mandó plantar minas, alambre de púas y obstáculos, a modo de la defensa devil’s garden (el jardín del infierno) en el Alamein (Egipto), y ordenó un estudio de las mareas. Con la marea alta las defensas quedaban cubiertas y su efectividad era nula. Así que, ideó unos obstáculos que pudiesen dañar el casco de las lanchas de desembarco incluso sumergidos. Para los aliados hubiese sido mejor, como pensaba Rommel, atacar con la marea alta para tener menos playa que cruzar bajo el fuego enemigo, pero las trampas del Rommel podrían destrozar las lanchas y hacerlas quedar varadas en la playa impidiendo el desembarco del resto de las tropas. Por tanto, la mejor situación era aquella en la que la marea estuviese lo suficientemente baja para no cubrir las trampas y que los equipos de demolición pudiesen localizarlas para abrir un corredor seguro, pero lo suficientemente alta para que las lanchas pudiesen descargar las tropas y luego salir sin peligro de quedar varadas por la marea baja. Por tanto, el conocimiento exacto de las mareas era una cuestión demasiado importante como para dejarla al azar. Los aliados consultaron con expertos, entre los que se encontraba el matemático británico Arthur Thomas Doodson, para conocer las mejores fechas para el desembarco. Doodson, que había construido una máquina para la predicción de las mareas que siguió utilizándose hasta los años 60 con la llegada de los ordenadores, calculó que las fechas ideales para el desembarco, según estos criterios, eran del 5 al 7 de junio. Así que, se determinó que 6.

Lógicamente, aquella invasión se debía llevar en secreto y se le dio el nombre en clave de Operación Overlord. Pese a todo el secretismo, un simple crucigrama, publicado por The Daily Telegraph, estuvo a punto de echar todo por tierra. Miembros del MI5  (servicio de inteligencia que se ocupa del espionaje dentro del Reino Unido), que tenían la costumbre de hacer el crucigrama a diario, se quedaron de piedra cuando comprobaron que desde hacía un tiempo palabras clave alrededor de la Operación Overlord iban apareciendo al resolver el crucigrama:

El 22 de mayo de 1944, apareció Omaha (nombre en clave de una de las playas del desembarco)

El 27 de mayo de 1944, apareció Overlord (nombre en clave de toda la operación)

El 30 de mayo de 1944, apareció Mulberry (nombre en clave de los puertos flotantes)

El 1 de junio de 1944, apareció Neptuno (nombre en clave del apoyo naval)

Después de estas sorpresas, y a falta sólo de 5 días para el desembarco de Normandía, se revisaron los crucigramas de días anteriores y aparecieron los nombres en clave del resto de las playas del  desembarco: Utah, Gold, Sword y Juno. Aquella situación disparó todas las alarmas y el MI5 interrogó a Leonard Dawe, creador de los crucigramas y director de la escuela Strand en el sur de Londres, pensando que era un espía alemán. Después de un riguroso interrogatorio, registro de su casa y despacho, control de cuentas y demás cosas que se hagan en estos casos, se determinó que eran simples casualidades. Estas simples casualidades parece que no fueron tales, pero tampoco encerraban ningún misterio ni mucho menos una labor de espionaje. En 1984, Roland French, un antiguo alumno del colegio Strand, que por aquella época tenía 14 años, contó que, como ejercicio mental, ayudaban al profesor Dawe a hacer los crucigramas proponiendo palabras de determinado número de letras para que luego Dawe buscase las definiciones apropiadas. Aunque todo lo que rodeaba a la operación Overlord era secreto, parece ser que los niños habían escuchado muchos de estas palabras claves en el campamento de los soldados aliados próximos al colegio y que las proponían porque les hacían gracia. Ver para creer.

Tras el éxito del desembarco, y debido al gran contingente de tropas y vehículos involucrados, los aliados necesitaban más puertos donde seguir reabasteciendo a su ejército, y pusieron sus ojos en el de Cherbourg. El 24 de junio, el coronel Bernard B. McMahon, al mando del 315 Regimiento de Infantería, recibió la orden de limpiar el área de Martinvast, al suroeste del puerto. Cuando llegó al lugar, se encontró una zona devastada por la artillería, pero con muchos alemanes todavía atrincherados. El coronel decidió darles una oportunidad de salvar la vida. Cogió un megáfono y les conminó a rendirse: “Tienen 10 minutos para rendirse, y después arrasaremos la zona”. Trascurrido el periodo de gracia, y como no había movimientos en las posiciones alemanas, volvió a dar una segunda oportunidad, y en aquel momento aparecieron cinco oficiales alemanes con los brazos levantados y una bandera blanca para parlamentar. Como portavoces del comandante de la guarnición, le dijeron al coronel: “Sabemos que estamos perdidos, pero rendirnos sin luchar sería una deshonra”. McMahon entendía su postura y les preguntó qué proponían. La oferta de los alemanes era que los estadounidenses lanzasen un obús de fósforo blanco para simular un ataque. Además de ser un potente agente incendiario, el fósforo blanco se utiliza para crear grandes pantallas de humo espeso y camuflar lo que ocurre. De esta forma, la conciencia del oficial alemán quedaría tranquila al haber rendido sus tropas, aparentemente, luchando. Así acordaron hacerlo, hasta que informaron al coronel que no les quedaban obuses de fósforo blanco, sólo granadas. McMahon ofreció simular el ataque con cinco granadas. Los alemanes lo pensaron un momento y aceptaron. Regresaron a sus posiciones, lanzaron las granadas a un campo de maíz cercano y completaron la representación teatral. Por cierto, al final sólo fueron cuatro granadas… no tenían más.

Gracias a este acuerdo, se salvó la honra y, sobre todo, la vida de los casi 2000 alemanes que fueron hechos prisioneros. Aunque para algunos la rendición es un acto de cobardía y deshonor, para otros es simplemente una oportunidad para salvar la vida.

Por cierto, el coronel Bernard B. MacMahon fue condecorado con la Estrella Plateada por su arrojo y valentía mientras servía en la 79 División de Infantería durante la Segunda Guerra Mundial.