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14D: el fuego aún abrasa 14D: el fuego aún abrasa

14D: el fuego aún abrasa

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Solo queda en pie la última hoja del calendario y conforme tacho un día, y otro, y otro, va pesando más el fantasma de aquel 14 de diciembre de 2017, el día que Andorra encarnó el crimen más grave jamás sufrido en la provincia.

Que el asesino haya sido condenado y lleve arrestado desde aquella madrugada no significa que se haya impartido justicia, al contrario. Al dolor de aceptar la pérdida de Víctor, Tote y José Luis se ha añadido el calvario de seis años de silencio cómplice y zancadillas judiciales que hoy duelen tanto como las balas que Norbert Feher vertió sobre sus víctimas.

La sentencia contra el criminal tuvo que haber dado paso a las explicaciones que prometieron cargos políticos y policiales que reclamaban clemencia hasta que llegara la condena para el asesino. Pero, ante la incomparecencia recurrente y manifiesta de los responsables del operativo de seguridad, los Amigos de Iranzo jugaron hace un año la penúltima carta que les quedaba: denunciar en el Juzgado de Alcañiz las imprudencias policiales que se cometieron entre que Feher disparó en Albalate y mató en Andorra.

Necesitaría todas las páginas de este periódico para detallarles los fallos palpables, notorios e inequívocos que se acumularon aquellos días, pero citaré solo algunos hechos que ningún guardia civil, ningún político ni ningún juez puede desmentir.

No se movilizaron los GRS tras el tiroteo de Albalate: alguien minimizó la peligrosidad de su autor y su búsqueda se encargó a los guardias de la zona, alguno en prácticas. Las balas que usó el día 5 se enviaron a analizar después de los crímenes. El retrato robot no se distribuyó hasta que hubo muertos. No se avisó a los vecinos para que no anduvieran por El Saso: todos los días había denuncias por robos en masicos. No se protegió a José Luis Iranzo el día de su muerte, cuando acompañó a la Benemérita a rastrear las cuevas de Valdoria. La Policía Nacional buscaba a Feher en España desde septiembre y la Guardia Civil desconocía que este asesino fugado de Italia podía andar en nuestro perímetro fronterizo.

Había estas y muchas más razones para que al menos un juez se dignara a colocar un faro en este mar de oscuridad. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y la Audiencia Provincial de Teruel invalidó esta vía en junio así: “Se descarta la relación de causalidad entre la forma en que se llevó a cabo el reconocimiento de las cuevas y, en general, la operación policial para la búsqueda del sospechoso, con la colaboración de don José Luis Iranzo Alquézar y la muerte posterior de éste a manos de Norbert Feher”. Vamos, que no ve causa-efecto entre el operativo policial puesto en marcha para encontrar al autor del tiroteo del día 5 y los asesinatos posteriores. Y a otra cosa, mariposa.

Curiosamente, un tiempo después de que la Audiencia de Teruel se opusiese frontalmente a abrir este melón, la Guardia Civil elogió públicamente al magistrado que redactó uno de los autos que liberó de cualquier responsabilidad penal a la Benemérita. ¿Casualidad o causalidad?

A ojos de la justicia de Teruel no hay nada que investigar y ya no dejan ni interponer más recursos. De ahí se pidió amparo al Tribunal Constitucional, que se pronunció en noviembre para archivarlo. Lo único que queda es elevar el lamento a Europa y que la sociedad siga reclamando respuestas, si es que aún le quedan fuerzas para hacerlo. En paralelo, las familias de las víctimas mantienen sendos procedimientos procesales abiertos, pero tienen que demostrar que el Estado falló para ser resarcidas económicamente.  

Ya lo ven, el fuego de la injusticia no se extingue, sino que resulta cada vez más abrasador. Si algo queda claro seis años después de vivir el capítulo más triste de nuestra historia es que una mentira repetida un millón de veces nunca, jamás, se convertirá en verdad.