Síguenos
Carlos Boyero Carlos Boyero

Carlos Boyero

banner click 244 banner 244

Carlos Boyero vive solo y duerme solo. Carlos Boyero es un ser rarísimo que a los 69 años no ha terminado todavía de conocerse a sí mismo. Él sigue aprendiendo, sobre todo a quererse, una laboriosa tarea que a la gran mayoría nos cuesta toda una vida.

El crítico de cine más universal, el que lleva 45 años cobrando por sentarse en una butaca y compartir con aquel que quiera leerle las impresiones que le ha causado la película, no lee críticas de cine porque detesta todas, no le gusta ninguna.

Es curioso ver a Carlos Boyero sentado en una silla en mitad de un teatro después de que un centenar de personas hayan visto un documental sobre su persona, Carlos, y sobre el personaje con el que convive, Boyero.  En el ratico que dura la obra, llama terroríficamente la atención la sencillez de un hombre que vive sin Internet, que no sabe sacarse unas entradas sin ayuda y, sin embargo, una palabra suya basta para hundir el recorrido de una película. Lo dicen los que ruedan: “¡No! Otra vez Boyero ¡no!”.

Carlos Boyero no tiene padres, no tiene hijos, no tiene esposa. Carlos Boyero solo tiene un puñado de amigos. Tiene ganas de retirarse del todo porque lleva años pensando en qué hace un tipo como él en el festival de San Sebastián, en de Cannes, en el de Berlín. El faranduleo hace tiempo que le aburre.

Arrollado por la modernidad, Carlos Boyero se niega a abrirse una cuenta de Twitter, a que todo se resuma en cuatro líneas, detesta la dictadura del clic y el pinchazo y que ya no se hable por teléfono, solo se whatsapee. Le cuesta aceptar que su modo de vida ha quedado atrás.

Carlos Boyero nunca perdió el amor que siempre debe ser el primero, el amor propio, y tuvo claro sus principios desde siempre. Él no se mete en este follón a hacer amigos, solo a describir lo que le hace sentir una película. Encima, le pagan una pasta por ello.

A las nuevas generaciones explotadas ese dato les quema, y lo cuentan en el documental. “¿Qué culpa tengo yo de que a ellos no les paguen lo que a mí?”, responde con sorna Boyero.

Hay algo que ha llevado insoportablemente mal el crítico cineasta en estas cuatro décadas: la censura. Cuenta a quien le escucha que ha escrito siempre lo que le ha brotado de dentro, pero la mejor columna de su vida nadie la leyó porque un director se la retiró antes de enviar a imprenta.

Le repatea los hígados, le provoca la náusea que los poderosos levanten el teléfono y paren una información de un colega o una columna suya.

Lo han intentado miles de veces, lo han conseguido alguna que otra porque los inquisidores solo quieren que escribas lo que ellos quieren escuchar y, asegura, los que mandan se lo permiten.

Reconoce con mucho dolor Boyero que escribir le ha traído problemas graves: querellas en los tribunales, algunos insultos, infinidad de quejas o enemigos como Pedro Almodóvar. Han pedido hasta su cabeza a todos los directores que han mandado sobre él. “Pero aquí estoy. No lo han conseguido”, se dice en voz alta, satisfecho por el triunfo que lucirá de por vida en la vitrina de su casa.

TCM ha presentado el documental El crítico, que se estrenará el 21 de octubre, donde colocan al crítico de cine en el centro de la crítica. Les recomiendo que vayan a verla. Carlos Boyero es una forma de crítica en sí mismo que ha encontrado en el desahogo con la escritura una forma de vida.

Siente que el mundo está en ruinas y no puede ni quiere esconder su decepción con todo lo que le rodea. Una de las pocas cosas que le satisfacen ahora es sentarse en un banco y levantar la vista hacia arriba, hacia el cielo, y observar el infinito durante cuatro o cinco minutos seguidos.  Una vez que baja la mirada, está rodeado de personas que miran hacia el universo en busca de eso que sea lo que está mirando o buscando Carlos Boyero. Es una sensación tremendamente satisfactoria. Haga la prueba.