Síguenos
La cabra y la novia La cabra y la novia

La cabra y la novia

banner click 244 banner 244
Juanjo Francisco

Qué fenómeno el Hugo. En un momento de conversación distendida, desparramado él en un sofá vestido de colores tropicales y rodeado de sus compas, reflexiona: “Pues oye, a mí me ponen a mi cabra y a mi novia y no sabría decir a quién quiero más”. El figura se expresaba así para contextualizar el tremendo amor que  sentía por su pareja y, aunque reconozco que hay gente que siente verdadera devoción por sus animales domésticos - no hay más que ver la proliferación de clínicas veterinarias por todo el orbe-, no pude evitar sobresaltarme.
Esta conversación forma parte de un extenso serial de programas de televisión, un reality que nadie ve, pero que en las audiencias que manejan los grandes grupos de comunicación revientan las tablas.
La cuadrilla de Hugo se ha pasado un par de meses, creo, en una isla tropical viviendo a todo confort, enfrascada en las tensiones que genera convivir con unas cuantas chicas dispuestas a poner a prueba la fuerza de sus relaciones de pareja que tenían antes de recluirse en ese paraíso. Las parejas, para más inri, vivían una situación similar en otro lugar igual de placentero rodeadas de chavalotes musculados y tatuados por todos lo rincones de su anatomía.
Y mientras en La Isla de las Tentaciones, que así se llama el reality tan exitoso -que nadie ve- se suceden los achuchones (qué tendrán las piscinas), arrumacos y sexo entre las sabanas, aquí seguimos los demás tonteando con el virus, hasta las narices de aguantarnos la natural y humana necesidad de acercarnos los unos a los otros según elección y relación.  
En tanto la cabra y la novia de Hugo aguardan con expectación el final del programa para saber qué pasará con la novia, sobre todo cuando ésta se entere bien de las dudas que atenazan a su amorcito, los más soñadores pueden entretenerse, para variar costumbres cotidianas en una pandemia,  en pensar cómo sería instalarse indefinidamente en ese tipo de islas. 
De ahí que entienda que en algunos centros de Secundaria se haya solicitado por parte del alumnado la suspensión de algún examen previsto para un jueves, ¡había que dedicar la noche del miércoles a seguir el serial!.  La vida es sueño, ya lo sabían los clásicos.