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Elena Gómez

En estos días de calor y asueto, no solo a los turistas les gusta recorrer el Centro Histórico de Teruel. Los que nos quedamos aquí en verano también sacamos algún rato para disfrutar de la ciudad de otra forma, visitando monumentos, sentándonos en una terraza o comiendo por ahí. Para mí es un verdadero placer ver el ambiente festivo que hay a todas horas, gente de aquí y allá disfrutando de lo mejor que podemos ofrecer y poblando de color los lugares más emblemáticos.

El problema viene cuando conoces bien todos los rincones del Centro y decides moverte por sitios que no salen en los folletos turísticos. Desde hace tiempo tengo la sensación de que se está sobreexplotando el itinerario principal, que va desde la plaza de San Juan hasta la plaza Domingo Gascón y desde el Óvalo hasta la plaza Fray Anselmo Polanco, y se está desatendiendo el resto de la ciudad. Recientemente he paseado bastante por la antigua Judería ("La Zona") y se me cae el alma a los pies cuando veo por todos lados un gran abandono. Casas medio derruidas, graffitis de muy mal gusto, solares descuidados, etc. El deterioro es incuestionable y, aunque esté resurgiendo su uso como zona de ocio y bares, me da mucha lástima que no exista un plan de rehabilitación para un barrio que tiene también cierto valor histórico.

Del mismo modo, existen otras calles y callejuelas en pleno Centro Histórico en las que es patente la desidia de quienes son responsables de ello. Hay un contraste tan grande entre unas y otras, que parece que algunas calles se han vestido con sus mejores galas para representar una obra de teatro que pronto acabará, y que la verdadera naturaleza de Teruel sea la decadencia. Cuando sacamos pecho para presumir de la belleza de lo nuestro, deberíamos pensar que hay que cuidar todo el conjunto y no solo lo que llama la atención al turismo.

Porque debemos tener en cuenta que fuera de ese escaparate que queremos vender al resto del mundo, hay vecinos, comerciantes y hosteleros que tienen derecho a vivir y trabajar en un entorno digno y saneado.