

No se engañen. Ni tenemos buenos líderes, ni existen ya las ideologías. La escena internacional parece un manicomio de lujo. El mundo arde en guerras, crisis humanitarias, catástrofes climáticas y desigualdades obscenas, mientras quienes deberían conducirlo apenas muestran la estabilidad emocional necesaria para dar un discurso coherente, mucho menos para guiar a millones de personas.
Se nos insiste en que el planeta está dividido en dos polos. Pero estos no son más que una pobre caricatura de ideología, eslóganes vacíos que se usan como anestesia colectiva. Lo cierto es que detrás de la retórica grandilocuente no hay proyecto, no hay doctrina, no hay visión. Solo egos inflados y la pulsión incontrolada de mantenerse en el poder a cualquier precio.
Algunos líderes actúan con la paranoia de quien ve enemigos en cada esquina; otros con la impulsividad de un adolescente hiperactivo; y otros con la rigidez de un obsesivo que confunde control con sabiduría. Y nosotros, ilusos ciudadanos, aplaudimos como si fueran estadistas cuando en realidad son pacientes que jamás pasarían una evaluación psicológica básica sin levantar alarmas.
Se toman decisiones bélicas como si fueran movimientos en un videojuego, se administra la economía global como si fuera un casino, y la crisis climática se maneja como un eslogan publicitario. La política internacional se ha convertido en un teatro donde los protagonistas se pelean por banderas ideológicas que ya no significan nada.
Quizás lo que falta en las cumbres mundiales no son discursos, sino camisas de fuerza; y en lugar de asesores de imagen, lo que urge son buenos psiquiatras con paciencia infinita
El peligro no es que haya dos polos enfrentados, sino que ambos polos están huecos, dirigidos por personajes que no creen en nada. Hay una verdad que muchos no quieren escuchar: estamos gobernados por personalidades descompensadas que confunden liderazgo con impulsividad e ideología con maquillaje. Y así nos llevan, al borde del abismo, mientras discuten quién tiene el disfraz más convincente.